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Juan Carlos Vera, veinticinco años después

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El pasado sábado el matador de toros valenciano Juan Carlos Vera festejó el vigesimoquinto aniversario de su alternativa en la cuidada placita de Vitoràs matando un toro en el marco de un festival en el que estuvo arropado por toreros de la tierra como Víctor Manuel Blázquez, Sergio Cerezos, Sergio Ferrer o David Esteve. Sobre el acontecimiento, y sobre la vida del protagonista de la entrañable jornada, nuestro director, José Luis Benlloch, publicó en el diario Las Provincias el reportaje que reproducimos íntegramente a continuación: NACIDO EN CASA DE TOREROS

“Yo nací en una casa de toreros y sigo siendo torero. Es un sentimiento y una cultura que me acompañará siempre”, asegura Juan Carlos Vera, uno de los diestros que más expectación levantó en sus inicios profesionales en Valencia. Todos veían en él a una figura clásica que le debía dar réplica a El Soro que por aquel entonces vivía su esplendor más populista. Luego los avatares y los vientos de la suerte, tan necesaria en el toreo, no soplaron a favor y aquella posible competencia se convirtió en materia de leyenda, en un sueño frustrado, para las tertulias de aficionados. En estas Fallas pasadas, Carlos como le llaman los aficionados más allegados, acaba de cumplir veinticinco años de alternativa. “Yo no he sido figura en el sentido pecuniario, no he ganando millones ni nada de eso, pero sí he sentido muchas veces el cariño y el reconocimiento de los aficionados. El tuyo por ejemplo y es una sensación muy especial que me ha compensado de los sinsabores que también tiene esta profesión”, reflexiona horas antes de celebrar aquel acontecimiento -será hoy sábado- en la finca Vitorás, donde estoqueará un toro alternando con matadores de la tierra. Pasados los años el torero no reconoce un motivo concreto que rompiese los pronósticos e impidiese su triunfo final. “Fue una suma de factores. Fui a Madrid varias veces, no tuve suerte con la espada y todo se fue al garete” y dice no guardar ningún resentimiento aunque sí apunta con ironía que unos han tenido mas oportunidades que otros. Sobre las críticas a su dedicación y capacidad de trabajo que viajan junto a su leyenda, responde con torería e intención: “Algunos entrenaban más que yo porque lo necesitaban más”. Su principal virtud junto a sus maneras clásicas fue la facilidad que siempre tuvo para enfrentarse al toro incluso cuando apenas toreaba “Nunca me costó esfuerzo estar en la cara del toro pero…” -¿Pero? -Pero tuve que haber apretado más el acelerador. Lo reconozco. El hoy alcalde de Gilet, se doctoró en tauromaquia en Valencia, el 15 de marzo de 1987, apadrinado por El Soro y con Joselito como testigo, cartel de máximo lujo que levantó una gran expectación. El toricantano dio la vuelta al ruedo en los dos toros después de que la espada, en clara premonición de lo que sería su carrera, le jugase una mala pasada. Aún así mantuvo el crédito de buen torero hasta que el 9 de octubre de 2001, después de estoquear un encierro de Bohórquez en Valencia, decidió dejar de torear aunque no de ser torero. -No había apenas contratos y consideré que era el momento de dejarlo. Juan Carlos con anterioridad a ingresar en la Escuela de Tauromaquia de Valencia, fue alumno de su primera promoción, había sido jugador de fútbol en las categorías inferiores del Levante UD, donde todos le auguraban un gran futuro hasta que el dichoso gusanillo de su educación taurina se hizo notar y cambió la camisola azulgrana por las lentejuelas. Sus primeros pasos como torero fueron auténticamente deslumbrantes. Triunfó en todas las plazas de la Comunidad y su presentación en Valencia fue todo un acontecimiento. Toreó dos novillos de José Luis Marca con las maneras, solvencia y facilidad de un matador consagrado. Nadie recordaba entonces algo parecido. Tan impactante fue aquel debut que su fama se extendió por toda España de tal manera que le acabó tutelando el maestro Paco Camino en su primera experiencia como apoderado, luego estuvo en manos del grupo Roberto Espinosa/Patón/Simón Casas y finalmente hizo la guerra por libre. RUEDOS, PANTALLAS Y FOROS Los Vera han sido una referencia de la tauromaquia valenciana desde la última mitad del siglo pasado. De origen almeriense, afincados en Valencia, han dado tres matadores de alternativa y dos novilleros, entre ellos el fundador de la dinastía, Enrique Vera “El Tesorillo de Graná“, que pasada la locura del toreo se afincó en esta tierra e ingresó en el cuerpo de policía donde alcanzó el rango de comisario. Dos de los tres matadores de toros de la familia han ido más allá de lo estrictamente taurino para situarse en el territorio de los personajes especiales. El propio Juan Carlos, el último por ahora, además de profesor de la Escuela de Tauromaquia es alcalde electo de Gilet y el primero, Enrique, su tío, además de torero fue cantante y protagonista de películas de gran éxito en la España de los cincuenta. La primera de ellas, El Último Cuplé, en la que fue partenaire de Sara Montiel, se convirtió en un hito y líder en las taquillas de los cines de la época; la segunda Tarde de Toros, junto a Domingo Ortega y Bienvenida además de María Asquerino, todavía es considerado como uno de los mejores films de toros de la historia; y una tercera, El Niño de las Monjas, más folletinesca, entraba dentro de las españoladas de su tiempo. Como torero Enrique destacó en sus comienzos con un estilo muy vistoso, compitió con los fenómenos de su tiempo, Aparicio y Litri, y se fue diluyendo a medida que crecía su bohemia y su fama de don Juan que le llevaron a protagonizar las más divertidas aventuras. Tuvo mucho cartel en las repúblicas americanas donde permaneció varios años antes de volver a España donde renunció a la alternativa para volver a tomarla, luego se hizo banderillero, fue empresario y conservó hasta el final de sus años las singularidades personales que le hicieron querido y famoso. Casado con Isabelita, una de las sastres de torero más acreditadas, un hijo de ambos, Enrique, también fue novillero. El otro matador de los Vera fue Antonio, padre de Juan Carlos, que se doctoró en Valencia con una corrida de Victorino y también tuvo sus momentos de gloria. Con esos antecedentes no puede extrañar que la aparición de Juan Carlos fuese acogida con gran regocijo e ilusión. Luego “no apretó el acelerador” y hoy, veinticinco años después, es alcalde y anda de cumpleaños.

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Juan Carlos Vera, veinticinco años después

Redacción APLAUSOS

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