El primer capítulo de la tarde tuvo poco que contar. El toro de Núñez del Cuvillo, un torazo de 640 kilos, se movió a pesar de su volumen. Alejandro Talavante estuvo correcto pero no pasó de ahí; en una labor vivida con frialdad en los tendidos. Pinchazo, media estocada y cuatro descabellos.
Con un toro noble y repetidor no se terminó de acoplar en ningún momento Roca Rey. Las series de muletazos del peruano surgían poco limpias por ambos pitones, salvándose de su quehacer un par de redondos. Dos pinchazos y una estocada dejaron el resultado en silencio.
Una faena corta, con gusto, en la que destacaron algunos pases en redondo muy toreros fue suficiente para que Pablo Aguado cortara una oreja a un toro muy parado en la muleta y que embestía con la cara alta. Con un poco más de gas del toro, la faena hubiera sido otra.
Alejandro Talavante tocó al cortar una oreja en su segundo. En este turno estuvo con más ganas desde el capote -dos faroles de recibo- y hasta la franela, comenzando de rodillas en el tercio y aprovechando la embestida del toro, al que citó de lejos para lucirse en un par de series por el pitón derecho. Al natural toreó más ajustado y templado.
Un desconocido Roca Rey no pudo con el quinto, al que no le dio ni una serie con la muleta. Dos desarmes con el capote y otro en la faena. Silenciado el peruano.
Dos orejas cortó Pablo Aguado del sexto para redondear su gran actuación y salvar la tarde. No hizo falta más que ese toreo suave, elegante y cadencioso que acaricia las embestidas. Faena bien compensada por ambos pitones y adornada con remates de serie tan particulares como plenos de armonía. Remató de una estocada casi entera fulminante.
San Sebastián, sábado 17 de agosto de 2024. Toros de Nuñez del Cuvillo, bien presentados, nobles en conjunto. Alejandro Talavante, silencio y oreja; Roca Rey, silencio en ambos; y Pablo Aguado, oreja y dos orejas. Entrada: Más de tres cuartos de plaza.
