En estos tiempos la imagen es fundamental para que casi todo tenga vida. La vida son los latidos del corazón. Es lo que lo mueve todo. El toreo necesita seguir vivo, por tanto, necesita la imagen. Y esa batalla de la imagen también está en grave peligro para la Fiesta, a la que se le están arrebatando parcelas al exterior que la pueden convertir en el futuro en algo marginal fuera del primer plano de la actualidad. Miren el boxeo. No hay que ir muy lejos para comprobar lo que ocurre cuando una actividad deja de tener presencia en los medios de comunicación, sobre todo en los que difunden la imagen.
Solo les pongo dos ejemplos. Uno de ellos es ampliamente conocido. La televisión pública de España no ofrece ninguna corrida de toros desde hace varios años. Se llegó a establecer un acuerdo para retransmitir algunos festejos, pero todo ha quedado en papel mojado. No se les ofrecen a los aficionados corridas en directo, lo que supone hurtarles a muchos de los que tributan con sus impuestos la posibilidad de presenciar su espectáculo favorito en la televisión que sostenemos todos los españoles. Ni porque sea obligación del Estado protegerla y promocionarla, como Bien de Interés Cultural; ni el ejemplo de que las cadenas autonómicas logran unos altos porcentajes de audiencia con los toros; no les importa nada. La han suprimido, se conforman con un programa semanal en la segunda cadena y a esperar que se vaya muriendo poco a poco. En este momento es necesario aplaudir a Canal Sur y al canal de Castilla La Mancha como los verdaderos mantenedores del toreo en televisión.
Miren el boxeo. No hay que ir muy lejos para comprobar lo que ocurre cuando una actividad deja de tener presencia en los medios de comunicación, sobre todo en los que difunden la imagen
El otro ejemplo está más oculto. Se trata de la progresiva eliminación en YouTube de aquellos vídeos que contienen imágenes taurinas. Es un proceso lento, progresivo, insidioso, no drástico, pero con un final expreso de que en este popular medio desaparezcan más tarde o más temprano los elementos fundamentales de la tauromaquia. Algunos compañeros, como Pablo López Rioboo y Marcos Sanchidrián, lo han sufrido en primera persona. Les han dicho que sus vídeos taurinos infringen la política sobre contenido violento o explícito. Y todo por una faena grandiosa de un torero, una verdadera obra de arte que han censurado. Esto está pasando sin que haya una reacción firme de las autoridades (sería iluso esperar nada de ellos) o de los propios taurinos, que siguen empeñados en repartirse las migajas en lugar de fortalecer la armazón del toreo. Es la batalla de la imagen, tan importante, porque, ahora mismo, lo que no está en las redes o en la televisión es como si no existiera.
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La batalla de la imagen
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