El indulto del toro de La Quinta, de oportuno y sugerente nombre, Tapabocas; el triunfo de Borja Jiménez que en su caso debería ser el definitivo abrepuertas (las feriales) en las tardes de mayor rango; el arrojo incontenible de Roca Rey, un huracán incontestable ante el toro, justo cuando el elitismo taurino runruneaba crisis en favor de un Morante por el momento, tras el percance de Pontevedra, dimitido en la playa Nazaré; una faena tan reivindicativa como bella de Urdiales, todo ello sin olvidar un buen toro de Dolores Aguirre, divisa que en Bilbao goza de un lógico aprecio, es lo más destacado que ha ocurrido en una Aste Nagusia en la que se han atisbado reflejos de recuperación bajo la amenaza de desertificación que se arrastraba desde años anteriores. Las tardes de las figuras ha acudido público como no se recordaba en muchos años y aseguran quienes están en el intríngulis de las taquillas que si no se llega a caer Morante de los carteles se hubiese alcanzado el añorado no hay billetes que es el mejor antídoto contra crisis, ataques y desafecciones oficiales. La buena ola ha alcanzado a Bilbao en una feria en la que todas las tardes hubo impactos de interés.
Un hito: Roca Rey, Borja Jiménez y Urdiales, tres toreros por la puerta grande
Ante esas señales de esperanza sin que hayan desaparecido (ya quisiéramos) los nubarrones identitarios y las escaramuzas intestinas que no llevan a ninguna parte (o sí, al precipicio) la situación reclama unidad y objetivos comunes, como salvar no solo el prestigio de la que siempre fue el barco insignia del norte sino al propio barco. Por cierto, en ese ambiente se antoja de lo más extraño una feria de Bilbao sin Enrique Ponce en los carteles.
TAPABOCAS
Ni que decir que el entusiasmo que despertó en la plaza y en la post corrida el indulto del toro de La Quinta, el primero que logra tan gran honor en la historia de Bilbao, fue acompañado de cierta discrepancia, ya se sabe que no hay indulto sin discrepancia, en este caso nada justificada ni relevante más allá del chorreón de pasión y divertimento que aportan a las tertulias. El toro fue pronto a los cites, incluido el del caballo, alegre, noble que es virtud a no olvidar, tuvo un viaje largo por los dos pitones de tal manera que torearle exigía saber torear para no precipitarse en el fracaso, duró una eternidad, era guapo, muy guapo, bien hecho, reunía todas las características zoomorfas que definen a su encaste que tan en peligro de desaparición estuvo y por el que tanto suspirábamos todos los aficionados sin excepción. El argumentario opositor a la vida de Tapabocas apunta a la intensidad del castigo que le aplicaron en las dos varas que le dieron que desde luego no fueron un simulacro. Seguramente hubiesen querido que fuese una carnicería al uso para todo seguido decir el toro se ha parado.
A todo lo cual hay que añadirle la oportunidad del acontecimiento: la vida de Tapobocas es todo un chute de moral a los aficionados que salieron emocionados, un aviso al mundo de la calidad personal de los aficionados (hasta TVE, tan anti y tan despreciativa de la tauromaquia tuvo que hacerse eco del suceso) y un premio a una familia ganadera, los Martínez Conradi, que acometió la gigantesca tarea de recuperar un encaste, otra lección a los animalistas, invirtiendo tiempo, cartera y desvelos. Por todo ello el indulto me parece justo, oportuno y a estas horas necesario.
LA TORERÍA
En el apartado de la torería hubo mucho y bueno. Se consolidó el ascenso de Borja Jiménez, otra puerta grande tras superar el reto de estar a la altura de un toro como Tapabocas, todo un examen que superó con nota y volvió a rayar a gran altura en su segunda actuación. Roca Rey firmó dos faenas de figura, hizo realidad aquello de que los auténticamente grandes son aquellos que están bien las tardes en las que hay que estar bien y el peruano estuvo muy bien con dos toros exigentes y nada fáciles. Incluso mermado de facultades atacó y atacó, dejó que los toros pespunteasen los muslos y los estoqueó con estilo y contundencia: en corto, la muleta al hocico, el ataque en rectitud y una fe ciega en que el toro humillase en el momento de cruzar la aduana de los pitones. Homenaje al volapié. Cortó tres orejas y si no fueron cuatro fue por Matías, el presi, que este año se ha librado de su habitual cuota de broncas.
Urdiales llegó a la feria por la vía de la sustitución y aprovechó la oportunidad. Toreó con gusto, en realidad el gusto fue nuestro, a un gran toro de Garcigrande. Naturalidad en la expresión, vuelo rítmico en la muleta, medida en el metraje, ni mucho ni poco, reivindicación de unas formas artísticas que no deben perderse. Buen nivel dieron también Talavante, Pablo Aguado y Damián Castaño. Hubo toros de triunfo todas las tardes, de Victoriano del Río y de Garcigrande especialmente, también de Dolores Aguirre y ni qué decir que el Tapabocas de La Quinta ya es historia.
Y en la clausura, tarde en la que Fuente Ymbro optaba a otro hito, lograr por tercer año consecutivo el premio a la mejor corrida de la feria, solo un toro hizo honor a la leyenda de la divisa y la esperanza se truncó en decepción. Nada que empañase el prestigio de la divisa ni la nota general de la feria. Gran feria.