Claro que hay razones para el desencanto, para el pesimismo. También hay alguna para la esperanza y la ilusión. Pero hemos machacado el invierno en una guerra civil. Y hasta en las guerras hay argumentos no sé si justificables pero sí entendibles. Lo peor es que mientras silban las balas y un ruido de granadas se escucha allá al fondo, la gran batalla se ha llenado de partes, ahora llamados comunicados, en una sola dirección. Estoy seguro que algunos de los toreros del quinteto se siente ofendido y hasta ninguneado por la empresa. Por supuesto. Y por la situación y sus circunstancias. De acuerdo. Pero lo jodido para el que pasa por taquilla es que le faltan argumentos y palabras por las dos partes en conflicto para entender bien cuales son los pecados veniales y cuales los que no tienen perdón y nos ha llevado a este divorcio sin más debate.