Ni la inscripción en Francia de las corridas de toros como patrimonio inmaterial ni su abolición en Cataluña son medidas legales irreversibles. A sólo siete meses de las elecciones presidenciales, la movilización del lobby antitaurino en Francia va cobrando virulencia: se plantea exigir a los candidatos del partido que sea -no importa ni el tamaño ni la ideología- incluir en sus programas electorales un compromiso para “desinscribir” (sic) del patrimonio los toros. La “desinscripción” –un neologismo precipitado por las circunstancias- es un caballo de batalla. Eso quiere decir que va a haber batalla. La guerra no ha terminado aunque lo parezca.
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