Digan lo que digan los interesados –nunca mejor dicho- el llamado G.10 ha sido un burdo e ingenuo intento de convertir la Fiesta de los Toros en una oligarquía.
Digan lo que digan los interesados –nunca mejor dicho- el llamado G.10 ha sido un burdo e ingenuo intento de convertir la Fiesta de los Toros en una oligarquía. Los creadores del invento trataban de imponer su ley en el negocio del toreo como espectáculo, y llevarse la parte del león. En su fracaso han tenido el mayor castigo. En este país ya no hay sitio para dictadorzuelos, por mucho que se enmascaren de benefactores.
Por fin se ha venido abajo el castillo de naipes, ha comenzado la desbandada y el líder de “la cosa” se queda solo con su fracaso. Ahora vendrán el rechinar de dientes y las declaraciones rimbombantes, pero la aventura estaba condenada al fracaso de principio. Las oligarquías ya no están de moda, y además los del G-10 montaron la suya en el momento más inadecuado. En plena crisis económica y social. Precisamente cuando más falta hacía mantenerse unidos como una piña para aguantar los embates del “tsunami” que avanzaba hacia las frágiles costas del toreo.
Han toreado poco y con All Soports Media la dichosa “imagen” les ha rentado menos también. Como avisé hace tiempo, en este negocio sólo ha ganado ASM. Eso aparte de que a algunos toreros, echarse en los brazos de los aprendices de brujo les ha costado la torta un pan.
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