Una década se cumple de aquella faena de Enrique Ponce al toro Carjutillo, de Samuel Flores. “Es una de las faenas emblemáticas de mi carrera y también de la plaza de toros de Bilbao. Su imponente cabeza está en el patio de caballos y todos los años me acuerdo del toro cuando la veo. Me siento muy orgulloso por haber sido protagonista de esa gesta, de haber lidiado el toro más serio que ha salido en Bilbao y creo que el más serio de mi carrera. El toro pesó alrededor de los 600 kilos, y era grande de cuerpo y de pitones”, rememora el torero.
Ponce tiene muy presente aquella faena y recuerda cada momento como si fuese ayer. “Al principio el toro fue abanto y cuando cogía el capote, parecía que no iba a pasar nunca por la anchura y la largura de pitones que tenía. En el tercio de varas me di cuenta de lo grande que era porque ocupaba todo el peto del caballo. Al toro le dimos tres puyazos que no acusó para nada, salía del caballo igual que entraba, manteniendo la misma violencia. Con la muleta llevaba la cara muy suelta y comencé por abajo, sometiéndolo para quitarle violencia, había que ir haciéndolo poco a poco porque se metía por dentro. Por el pitón izquierdo, el toro medio cogió la muleta bien. La sensación es que no cabía en la muleta. El toro acabó sometido e incluso pude pegarle algún muletazo a gusto. Lo que sí tuvo fue una gran emoción, había algo que se salía de lo normal ante un toro que parecía salido de las antiguas estampas de La Lidia. Lo pinché. La verdad es que no sabía por dónde iba a salir -ríe-, al final, dejé media estocada, si lo mato a la primera, le corto las dos orejas”.
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La faena a Carjutillo, diez años después
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