Su faena a Verbenero en la pasada Feria de Otoño supuso una vuelta de tuerca más en su concepto, pues junto a su siempre ponderada mano zurda emergió un toreo de ritmo, de suavidad y de gusto, de acompañamiento y relajo, que El Cid ha macerado en las últimas temporadas y que cristalizó con toda su fuerza aquel 4 de octubre en Las Ventas. Fue una obra diferente, pero por encima de todo es la puerta hacia una nueva etapa en la carrera de El Cid: La de la madurez.
- “Ese toreo lo lleva uno dentro, luego con la experiencia y la madurez lo vas sacando, pero requiere de un toro que lo permita, claro”
- “Siempre hay cosas que conseguir. A mí me gustaría, creo que igual que a todos los artistas, intentar conseguir la unanimidad, pero eso es muy difícil”
