A este San Isidro sólo le falta que embistan más los toros. Nos hemos descuidado demasiado, hemos sacado agua de los mismos pozos y hemos cegado manantiales de bravura que traían el agua fresca de la variedad de encastes, de la diversidad en lugar del más de lo mismo. Y ese pecado traerá su penitencia. Y ya la estamos sufriendo en la falta de pluralidad y personalidad de demasiadas corridas tan similares. ¿Qué hicimos con los guardiola, con los benítezcubero, con los pablorromeros, los isaías y tulios, los murubes, los atanasios, los pérez, los cobaledas y los galaches? La lista ocuparía medio folio. Porque en esa mutilación de la variedad el noventa por ciento de lo que queda tiene la misma raíz; y por tanto similar argumento para que la película de cada día se parezca a la que acabo de ver y a la que nos anuncian como la próxima.
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