En la ganadería El Pilar la actividad no cesa a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días del año. Siempre hay alguna tarea que realizar para que el engranaje de la ganadería funcione con la perfección de un reloj suizo. Es el ecuador de enero y el invierno hace estragos más allá de la ola de frío que anuncian en los telediarios para prevenir a la gente. Lo cierto es que en el campo charro siguen helándose las charcas y las escarchas siempre saludan a los vaqueros en un nuevo día cuando marchan a echar de comer a los toros. Allí, pendiente de todo sigue Moisés Fraile, el patriarca, que es el alma de la ganadería, siempre rodeado de su familia para continuar saboreando los éxitos del trabajo bien hecho.
- “Casi todas las tardes rompieron varios toros y el resto nos ha dejado muy buen sabor de boca. Vamos en la línea correcta”
- “Nos sentimos orgullosos de que fuera nuestra ganadería la que devolviera la buena sintonía de Ponce con la afición de Salamanca”
- “Sevilla es una plaza importantísima para nosotros y a la que acudimos con enorme responsabilidad”
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