Ahora que no había. No estuvieron. La mula y el buey. No había. Y quién nos resarce de esta pérdida de, ahora, ilegítima iconografía tradicional. Y quién resarce a la mula de su culpa histórica condenada a ser marimacho y no parir por haberse comido las pajas del pesebre del niño Dios. A ver quién lo arregla. Y quién nos devuelve el dinero a los que hemos comprado tantos y tantos belenes con su mula, que no había, su buey, que no había, y sus pastorcitos y ovejitas que, seguro, no habían. Me pregunto quién inventó lo de la mula y el buey para sacar pasta. Puede que Balañá. Pero nunca lo sabremos.
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