Ocho toros con el hierro de La Quinta pastan en uno de los cercados de la Finca Fuen La Higuera de Palma del Río, en el corazón de la provincia de Córdoba. Serán lidiados en El Plantío de Burgos el próximo domingo en la segunda de feria de San Pedro. El latido de la sangre santacoloma para la primera feria en el nuevo Coliseum. "Es una corrida bien hecha, muy armónica y sobre todo muy en el tipo de nuestro encaste", asegura el ganadero Álvaro Martínez-Conradi. "Son toros un punto por encima de lo exigible en una plaza de segunda categoría pero Burgos lo merece y más en un año donde se reinaugura la plaza", sostiene.
Hace más de veinte años que La Quinta no lidia en Burgos. Concretamente desde el 3 de julio de 1993. "Fue un día que hubo dos corridas, por la mañana lidiamos nosotros. La corrida se había suspendido tres días antes. La mató César Rincón, Joselito y David Luguillano que cortó la única oreja. Mi padre recuerda un toro importante que hubo aquel día, de nombre Pandillero”, recuerda el ganadero. El encierro en esta ocasión será lidiado por Fernando Robleño y dos debutantes en el Burgos: Manuel Escribano y Joselito Adame.
Del encierro dispuesto para las próximas fiestas de San Pedro, el ganadero destaca la apertura de líneas de los animales y la presencia. "Por lo general y por norma de la casa, las corridas las lidiamos abiertas de sementales. En el caso de la corrida de Burgos van de cuatro sementales distintos. No es algo buscado sino como va coincidiendo. Por ser un encaste tan particular, la ganadería hay que tenerla muy abierta de líneas, por eso al aparejar las corridas siempre salen muy abiertas de sangre", expone. "Cuando seleccionamos las corridas lo primero que hacemos es igualarlas. En el campo bravo siempre se ha tenido a gala que la primera obligación de un ganadero es lidiar corridas igualadas y bien presentadas. Luego, el juego ya depende muchos factores", determina el ganadero.
La Quinta es la ganadería que de forma más constante enarbola el encaste santacoloma en las ferias. O por lo menos, representa el faro más luminoso de toda la rama Buendía de la procedencia. "Nuestra ganadería es más asaltillada que ibarreña", apunta el ganadero. "Joaquín Buendía apostó más por la sangre Saltillo pero la supo moldear a su gusto. Por eso, en nuestra casa las caras no son tan asaltilladas, porque al juntarlo con la rama ibarreña, dan unas caras más abiertas, pitones que enseñan más las palas”, explica antes de especificar: "Nuestra meta es mantener la llama de nuestro encante, mantener el sello del toro que crio Buendía aunque más adaptado a los tiempos a través de un aumento de la cara y el trapío".
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