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La quintaesencia de Santa Coloma

Las exigencias de los públicos, los caprichos de los toreros y la visión comercial de muchos ganaderos, han sido algunos de los motivos que han desbancado al encaste Santa Coloma de la senda brava española. Pero todavía quedan románticos que han volcado toda su credibilidad en la que fue una de las ganaderías insignes del siglo XX, caso de Álvaro Martínez Conradi, propietario de La Quinta.

Conradi se llevó para su casa una parte de la ganadería de Joaquín Buendía, que fue quien tomó el relevo del Conde de Santa Coloma y llevó esta sangre a las principales ferias taurinas donde la mataron las figuras. Una arduo camino de más de dos décadas ha tenido que recorrer Conradi para devolver la credibilidad a este encaste, primero con novilladas y ahora con corridas de toros. Y parece haberlo conseguido. Al menos, El Juli, máxima figura, ya apuesta por este toro para sus compromisos de envergadura. Por algo será.

 

 

A. M. Conradi: “El de La Quinta no es un toro difícil de torear. Es cuestión de cogerle el aire y de acoplarse a ella. No es un encaste que esté muy prodigado y entonces, para torearlo una vez al año, los toreros desisten porque no entienden el encaste. Es verdad que tienen una mirada viva y parece que te vienen al pecho, pero luego obedecen a los engaños, van embebidos en la muleta, hacen caso a los toques y tienen fijeza. Muchos toreros han venido a los tentaderos de casa y se han quedado sorprendidos porque no pensaban que este encaste embestía así. Llegaban preocupados a la ganadería y se iban contentos”.

 

 

Álvaro Martínez Conradi, aunque no directamente, tuvo algunos antecedentes ganaderos en la familia. Sus padres fueron parientes de Félix Moreno Ardanuy, el padre de los Moreno de la Cova, cuya ganadería tenía sangre Saltillo. En junio de 1987 decide dar el gran paso. “Al salir en venta la ganadería, me interesó por ese lazo que siempre tuvo mi familia con los Moreno de la Cova, que tenían Saltillo al igual que lo de Santa Coloma de Buendía, que es vía Saltillo-Ibarra. Además de todo eso, era un reto, porque sabía de las dificultades de esta ganadería con un encaste propio que nada tiene que ver con lo de Parladé”.

 

 

Conradi adquirió vacas y sementales de la familia Buendía, con quienes no ha dejado de tener contacto, “incluso nos intercambiamos sementales. Tenemos contacto con Rafael Buendía, de la ganadería de Rehuelga, con Javier Buendía, que se quedó con algunas vacas y algún semental… Intercambiamos para buscar nuevas líneas y refrescar la sangre, algo muy complicado. Es muy difícil evitar la consanguinidad, por eso lo que hacemos es echar muchos sementales y hacer muchos lotes de vacas. Además, los sementales no los tenemos cubriendo muchos años, sino que vamos cambiando muy a menudo, con el fin de no cerrar la ganadería. Algo muy difícil porque llega un momento que ya no sabes ni donde buscar”.

 

 

El momento de bajón, paralelo a las nuevas exigencias de los públicos, fue según Conradi, general en todo lo de Santa Coloma: “Todo lo que procedía de Buendía pasó por un mal momento. Las ganaderías tienen ciclos por muchas cuestiones que a veces son inexplicables. Sí que se comentó mucho que José Luis Buendía había sacado la ganadería fuera de tipo. Puede ser porque a lo mejor, por las exigencias del público y de la empresa, el toro debía tener un volumen y un peso que el toro de Santa Coloma no tenía. Nosotros no lo hemos sacado de tipo, todo lo contrario, sino que lo hemos bajado de volumen aún más. El promedio de peso de estos toros es de 500 kilos”.

 

 

El río Retortillo separa las fincas de Fuen La Higuera y El Turuñuelo, al igual que las provincias de Córdoba y Sevilla. Los toros de saca pastan en Fuen La Higuera, en el término ya de Palma del Río (Córdoba) y es la finca principal donde se ubica también la plaza de tientas. Al otro lado del río está la finca de El Turuñuelo, en término sevillano de Peñaflor. Allí están las añojas y las eralas. Las vacas de vientre pastan en la finca Fuente Merino, en Lora del Río, aunque las alterna con otra finca que es El Molino, en Constatina. “Están todas las fincas juntas y aunque no son muy grandes, son muy buenas para el pasto y suficientes para las 250 vacas que tenemos”, matiza Conradi. Álvaro Martínez Conradi está muy rodeado de sus hijos Álvaro y Pepe, muy involucrados en la ganadería y grandes aficionados al toro y al caballo.

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Jorge Casals

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