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La resurrección se produjo en Madrid

Domingo de Resurrección. Gloria a los espíritus. Se acabó la cuaresma. Pararon las lluvias. Solo de momento. Sol reluciente. Sevilla en su esplendor. Romero, Curro, en la memoria. Manzanares dejó de ser príncipe para ser heredero. Ahora toca sostener la púrpura. Es el ciclo vital. Vuelven al arcón túnicas y capirotes, reaparecen los blazers. Corbatas bien anudadas. Ese es otro arte, el de saber anudarse la corbata aun cuando haya perdido protagonismo. En Sevilla, no. Colores de primavera. Serva la Bari, es cierto, tiene un color especial, en realidad muchos colores. Los tenemos en la mente. La Puerta del Príncipe vuelve a ser lugar de encuentro, antes y después, es tertulia, son dardos, senado, intención, oráculos, loas y sentencias, abrazos, se apelmazan locales y foráneos, la clase ganadera, el famoseo, labradores de raigambre, industriales con aspiraciones a terratenientes, paparazzis en busca de la presa arrollando al personal, se cecea mucho, es lo propio, pero también vale el castellano de Cervantes y sobre todo la dulce lengua de Molière, a Sevilla sin franceses le faltaría algo… y además, además los curiosos que no se lo quieren perder. No pararse en la Puerta del Príncipe es como no haber estado en la Maestranza. Este año sucedió tal como debía suceder. Fue Sevilla en estado puro aunque no hubiese sevillanos en el cartel.

Álvaro Lorenzo estalla en Las Ventas, tres orejas y puerta grande, y hace buenos los buenos augurios que siempre le acompañaron

La tarde parecía perfectamente guionizada. Buen tiempo, terna de altos vuelos, plaza llena, el teatro de los sueños del Arenal resplandeciente como obliga la tradición, hasta el último detalle, hasta el cerrojo más recóndito retocado a golpe de pincel y qué decir de los vestíos de los toreros, resplandecientes y ricos, recién traídos de la sastrería, hasta los lazos de las zapatillas de los lidiadores lucían perfectamente enhiestos… el desenlace se antojaba que sería triunfal, necesariamente triunfal si no estuviésemos hablando de toros, pero al final nos quedamos en puertas. No fue una mala tarde, pasaron cosas que no es poco, pero siempre dio la sensación de que iba a pasar más de lo que acababa pasando. La estocada defectuosa de Ferrera al cuarto le ensombreció una de esas faenas intimistas y sentidas que tanto gustan; la tardanza en doblar del tercero enfrió el ambiente de una faena templada y honda, faena de dos orejas de un Roca Rey que había mostrado el registro de la pausa que algunos pensaban que no existía en el esportón de su tauromaquia; y cuando el segundo, un auténtico trilero de aviesas intenciones, parecía que iba a entregarse al poderío de Manzanares, le cogió para matarlo y dio por zanjada una partida en la que el alicantino había apostado con más sinceridad de la que merecía semejante prenda. En los otros tres toros no hubo siquiera resquicio para ilusionarse y el guión de la tarde soñada nunca se acabó de cumplir. Así que ¡adiós guión, adiós! no hubo bombazo ni Puerta del Príncipe como se esperaba, aunque las tertulias de la salida no se suspendieron, faltaría más.

Roca Rey muestra en Sevilla el registro de una pausa que algunos pensaban que no existía en el esportón de su tauromaquia

La bomba estalló esta vez en Las Ventas. Bombazo y fuerte, puerta grande de Madrid, que no tiene menos rango que la del Príncipe, y Resurrección con mayúsculas de Álvaro Lorenzo, que cortó tres orejas e hizo declaración pública de que a los toreros buenos, cuando tienen la condición, hay que esperarlos. El toledano hizo buenos los buenos augurios que siempre le acompañaron.

La semana tuvo otro punto caliente, Arles. Su feria de Pascua y su día negro. Los mails y el Twitter, aves de mal agüero en este caso, trajeron graznidos de dolor, no por esperados menos dolientes. La muerte de Luc Jalabert, un camargués recio y cabal que hizo del toro y del caballo sus pasiones vitales, le puso crespones de luto a la feria. Rejoneador, ganadero, apoderado, empresario, en realidad un pionero en su tierra. Vivió en todos los estadios del toreo con mucha fuerza y es parte importante, así lo contará la historia, del crecimiento y posterior boom de la Francia taurina. Siguiendo los pasos de Simón, con Lartigue, su socio de siempre entre otros, forma parte de una generación que sintió el aguijonazo del orgullo patrio que les llevó a romper amarras con la dependencia española. Y no les fue mal, ni a ellos ni al toreo ni a los españoles. Arles fue su joya, su plaza de referencia, y Juan Bautista, su hijo, su punto y seguido que le puso definitivamente brillo a su dedicación al toro. Hay comentarios que por justos que sean no te hubiese gustado hacer nunca. Este mismamente. En la apertura arlesiana, Juan Bautista Jalabert, empresario y matador a la vez, rindió honores al padre desaparecido cortando cuatro orejas nada menos. No es consuelo pero tampoco encuentro mejor ofrenda por parte de un hijo.

El recuerdo de Luc Jalabert, un camargués recio y cabal que hizo del toro y del caballo sus pasiones vitales, le puso crespones de luto a la feria de Pascua de Arles

Definitivamente la temporada se puso en marcha. Es el ciclo natural, la vida, la muerte, Magdalena, Fallas, Resurrección, Abril, vendrá Madrid, Corpus, San Juan, Bilbao… Tardes para el recuerdo, tardes para olvidar, verdades, exageraciones, cacicadas y sorpresas como la de Álvaro Lorenzo, que ayer se ganó en Madrid el derecho a soñar con un Domingo de Resurrección en Sevilla. Y así hasta Zaragoza para volver a comenzar.

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La resurrección se produjo en Madrid

José Luis Benlloch

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