Que no hay nada más revolucionario que la verdad, y que lo clásico puede ser moderno y rompedor a condición de que se interprete con verdad y pureza, son cosas que la realidad hace indiscutibles. Pongamos que hablo del toreo. Y que me refiero a mis sentimientos, gustos y preferencias. Porque al fin y al cabo esto es un artículo de opinión; no de la opinión de mis críticos sino de la mía.
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