Quienes andan inquietos por conocer la causa de la ruptura de El Juli y Domínguez deberían despreocuparse, porque, en el mejor de los casos, eso corresponde al terreno personal de torero y apoderado que no tienen porqué darle tres cuartos al pregonero sobre el particular. Once años es mucho tiempo y todo en esta vida tiene un principio y un final. Hasta los grandes amores, que comienzan con vocación de eternidad, acaban como el rosario de la aurora. Y aquí paz y después gloria.