Con lleno de "No hay billetes" comenzó la última tarde de la feria de Santander y con un homenaje a los aficionados fallecidos con un solo de trompeta y el himno de España. El primer toro de Domingo Hernández, justito de presentación, descolgó con talento en el capote de El Cid -que sustituía a Cayetano tras el éxito cosechado 24 horas antes-. Acusó ciertas querencias que se olvidó en la faena de muleta. Con prontitud y alegría embistió a la pañosa del sevillano en una faena tan bien estructurada como medida. Hubo naturales de extraordinario trazo. Torero final hacia los adentros y una estocada como colofón. Fue premiado con una oreja.
El segundo fue una mole. Grandullón, atacado de kilos, sin cara. Apariencia de toro para carne. Juan Ortega quiso lancearlo a la verónica pero las embestidas fueron con los pechos. Recibió un puyazo en la querencia y otro en la contraquerencia. Aun así quedó muy gazapón. En la muleta fue completamente a contraestilo: rebrincado, brusco, de viaje corto. Ortega se excedió en intentos con la muleta cuando ya estaba vista la guasa del toro. Con la espada le costó un mundo cuadrarlo, cuando no escarbaba se quedaba distraído y si no demasiado humillado, como buscando excusas. Dos pinchazos y bajonazo. Pitos tras dos avisos.
Al tercero, como al primero, le faltó un punto de presencia. Sin remate ni seriedad en su expresión. Roca Rey quiso compensar esa imagen arriesgando con el toro. Lo hizo en un quite por saltilleras en el que se lo cambió por la espalda recibiendo un pitonazo en el gemelo. Empezó la faena por alto tras brindar al escritor venezolano, ejemplo de superación, Paul Montiel. El toro mostró genio. Resueltas las aristas del genio con el poderío del peruano, se fue a buscar el calor del sol en alardes de valor y circulares. Saludó una ovación tras la petición de oreja.
El cuarto tuvo otro aire, dentro de su torera cara contaba con cuajo de toro. El Cid lo saludó con soltura y lo templó en un buen quite por delantales. El toro tuvo obediencia y buena condición en su conjunto aunque le faltó un tranco final en el recorrido. El Cid rayó a un nivel muy alto, con ambas manos. Con la derecha en lo fundamental de la faena, con la izquierda en remates y desdenes. Con la espada perdió la opción de salir a hombros. Lo pinchó tres veces antes de una estocada.
El quinto abría la cara, zancudo, cornidelantero. Juan Ortega lo recibió genuflexo, el toro pegó un derrote que le partió el capote en dos. Un toro muy descompuesto además de manso. A contraestilo del sevillano. Volvió a estar demasiado tiempo con el toro. Enganchón tras enganchón con la embestida tan rebrincada. Innumerables pinchazos e impotente sensación. Lo mató a la última. De nuevo fue pitado tras dos avisos.
Cerró la tarde un toro más serio, con apariencia. Embistió algo frenado en el capote de Roca Rey. Se pegó un volatín antes de recibir un largo puyazo. En la muleta tuvo cierta transmisión aunque le faltaron finales. Roca Rey planteó una faena de dominio y de cercanías. Le buscó las vueltas aunque el toro fue perdiendo celo. Mató de una gran estocada. Se le pidieron las dos orejas que el palco dejó en una.
Santander, sábado 26 de julio de 2025. Toros de Domingo Hernández, desiguales de presentación y juego; los mejores primero y cuarto. El Cid, que sustituyó a Cayetano, oreja y ovación con saludos; Juan Ortega, pitos tras dos avisos y pitos tras dos avisos; Roca Rey, ovación con saludos tras petición y aviso, y oreja con petición de la segunda tras aviso. Entrada: Lleno de "No hay billetes". Antes de romperse el paseíllo, sonó el himno de España y a continuación el tendido joven rindió un homenaje a los aficionados fallecidos durante este año con un solo de trompeta interpretado por Gonzalo Diego.
