Algo está cambiando en el ambiente taurino. Basta observar la reacción de los públicos ante las actuaciones de determinados toreros en las primeras ferias del año. No digo que se haya perdido el interés por los toreros que irrumpen en el escalafón cual un toro en una cacharrería, como ocurre con Roca Rey. Catarsis similares dieron origen en otras épocas a los Litri, Cordobés y José Tomás, por poner tres ejemplos relativamente recientes. Fenómeno que siempre existió y seguirá existiendo, pero las reacciones referidas al comienzo hablan mucho y con claridad de que en el toreo son imprescindibles toreros como Morante, Finito de Córdoba y el joven Pablo Aguado, sin olvidar a un Curro Díaz, injustamente ausente de los carteles de Valencia y Sevilla. Toreros como los citados son base y armazón de la Tauromaquia eterna.
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