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"Las figuras ahora mismo mandan demasiado"

"Yo entiendo que pidan dinero, también que pidan la ganadería que más les guste, pero una vez le hayas dado su dinero, su corrida y un cartel con armonía, no pueden pedir más. El resto, el cartel definitivo, lo debe hacer el empresario"

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El despacho personal de Simón es un reflejo de él mismo. Una mezcla de bohemia y modernidad por si no fuese la misma cosa, en el que como cabe imaginar no hay excesivo orden. Una estantería con numerosos libros, entre propios -Simón es un empresario con inquietudes literarias, seguramente el único en su género- y ajenos, entre los que aparecen abundantes ensayos, tratados filosóficos y libros de poesía. Para la foto, Simón tira de uno al azar que resulta ser de su paisano Blaise Cendrars y en la librería distingo autores como Jean Cocteau y Simón Dubnow entre otros. Todo presidido por un cuadro de considerables dimensiones de un artista cubano del que no recuerdo el nombre. Encaja en el ambiente, a mí me gusta, dicho sin entrar en más valoraciones. Simón asegura que representa la inquietud del hombre frente a la justicia. Tendrá razón. Y añade que en su composición hay sueños y proyecciones. Dicho así entiendo su lugar preferente en la sala. Una foto de Manolete muy relajado con la mirada perdida en la lejanía del tendido, otra de Belmonte, un contraluz de José Tomás y otras de Ojeda y El Cordobés, varias de ellas firmadas, son la principal concesión decorativa al toreo. “Las que no están firmadas tengo que llevárselas para que las firmen”, apunta Simón que sitúa el porqué de la elección de las fotos. “Son los cinco toreros que considero de época”.

-Tratándose de una elección tuya no podía faltar Ojeda.

-No es una elección caprichosa. Representa la transición. Enseñó el camino del futuro. Él nos trajo hasta aquí. Fue clasicismo y fue verticalidad. Lo suyo diría que es una especie de tremendismo clásico inspirado en Ronda. Eso. Un cruce de caminos entre Ordóñez y El Cordobés.

Si alguien pudiese tener duda, escuchada la pasión simoniana por Ojeda entiendes de pura justicia la presencia del sanluqueño entre esa galería de dioses que anda diseminada entre libros y objetos extraños: unas gafas, un mazo de billetes de lotería, “no están premiados”, el tabaco, las colillas, las llaves, una taza de café, una lata de coca-cola, un montón de fundas de gafas y algún otro objeto indescifrable, todo en aparente orden.

Me llama la atención una foto, también firmada por los protagonistas. Es la alternativa de Cristina Sánchez, a la que Simón apoderó en los mejores tiempos de la torera madrileña. Al menos en los más rentables. “El toreo es caricia y las mujeres acarician mejor que los hombres”, dicen que le dijo Curro, padrino de la ceremonia a la nueva torera. “Con lo que gané con su apoderamiento me compré esta casa”, apunta Simón. El dato sirve para resaltar el protagonismo que llegó a alcanzar Cristina en aquellas temporadas. “Soy el hombre que hizo torear a las mujeres. Ese podría ser mi epitafio. Lo conseguí con María Sara, luego con Cristina y a partir de este año con Lea Vicens, que va a estar en todas las ferias y va a ser la sensación en las corridas de rejones. Ya lo ha sido este año”. Le compro la idea, aceptada la profecía.

Fotos: JAVIER ARROYO

-Por cierto, dejaste entrever que no ibas a apoderar a nadie y en cuanto apareció Lea te arrepentiste de inmediato.

-Nunca dije que dejaba el apoderamiento. Dejo los que puedan influir en mis empresas. Por el contrario estoy abierto a los apoderamientos creativos. A las singularidades.

-Tengo que entender que tienes algún otro nombre en mente, que pronto...

-No estoy cerrado. Siempre que sea algo especial lo estudiaré.

DESENGANCHE FRANCÉS

La historia taurina de Simón Casas surge a finales de los sesenta. Tiempo en el que la idea de torero francés era una utopía o peor, generaba desafección y rechazo. Tanto que los pocos que había estaban relegados a las plazas menores. ¿Francés y torero?... imposible, era la creencia general. Simón asiente: “Ni torero francés, ni empresario francés, ni siquiera ganadero francés aunque había una ganadería, la de Yonnet con larga tradición, a la que naturalmente ni se le ocurría cruzar la frontera”. No era prejuicio español, que también, la barrera la establecía la propia afición francesa que le negaba la legitimidad a los suyos bajo la creencia de que para ser torero había que tener sangre española. Simón abunda en la idea y va más allá.

-También lo creían de los empresarios. Las plazas francesas estaban en manos de dos grandes grupos españoles, Chopera y Balañá. Había una gran afición pero no había raíces, esa era la situación.

El desenganche, ahora se diría la desconexión, la iniciaron por aquellos tiempos dos jóvenes galos, Alain Montcouquiol el primer Nimeño y el propio Simón, que abanderan un movimiento profrancés. No fue nada fácil. Nimeño y Simón además de esa desconsideración poco menos que étnico-artística, se encontraban con no pocas trabas burocráticas como que en España, el sin­dicato del espectáculo, vertical naturalmente, les tenía prohibido torear sin caballos porque no había convenio entre los países.

-Eso nos obligaba -recuerda Simón- a debutar con picadores en una plaza de primera y es lo que tuvimos que hacer. Alain debutó en Zaragoza con Manolo Cortés y yo debuté en una nocturna en Madrid en el 67 cuando no había matado más de tres becerros prácticamente a escondidas.

Quienes conozcan a Simón habrán entendido que la entrevista a estas alturas es poco menos que un monólogo. Marxista revolucionario es la etiqueta que se adjudica cuando se refiere a aquella lucha.

-Mis teorías en lo que se refiere a los derechos de un ciudadano a poder gozar de equilibrio social e igualdad de oportunidades, sí lo eran. Eso añadido a la edad y a los objetivos que nos impulsaban, te llevaban a esa consideración.

-Debió ser duro supongo pero también hermoso.

-Fue duro. Hubo mucho sufrimiento, mucha falta de todo. Yo viví en Madrid en la calle, sin tabaco, sin comida, sin reconocimiento, solo… Cundo se vive así es muy duro pero ahora son grandes recuerdos. Forma parte de la romántica existencial. Además a nivel cultural me abrió todas las puertas, sufrimiento y Tauromaquia te llevan a la búsqueda de la belleza y el ser.

-Joder, Simón, hay que ver cómo lo cuentas. ¿Dónde se culturiza un chico que vive en la calle y quiere ser torero?

-La propia esencia del toreo te lleva a ello. Ese juego tan auténtico entre la muerte aporta muchas enseñanzas. Yo conté además con una circunstancia singular, muy romántica.

-Te refieres a una mujer.

-Ya te lo he contado otras veces. Un día vi pasar una chica muy guapa por la calle y la seguí. Entró en un edificio, era el Instituto Francés, cogió un libro en la biblioteca y se sentó a leer. Yo durante tres meses hice lo propio, la seguía hasta la biblioteca, cogía otro libro para justificar mi presencia en su espacio y leía. Nunca crucé una palabra con ella pero así es como comencé a leer. Fíjate que por ella me tiré de espontáneo en Nimes.

-¿Por ella?

-Por llamar su atención, por conquistarla. Me tiré al ruedo e hice algo que nunca había sucedido, maté el toro después de torearlo. Me dio permiso Ordóñez que era a quien le correspondía.

-Te tengo que preguntar forzosamente hasta dónde llegó la relación con la mujer de la biblioteca.

-Nunca llegué a cruzar palabra con ella. No sé si supo de su atracción sobre mí. Fue una guía romántica anónima.

No se puede decir que aquella lucha fuese triunfal en lo que respecta a los logros artísticos de los dos abanderados, pero sí puso las primeras piedras para la gozosa realidad que vive la Tauromaquia en Francia actualmente, con varios toreros de feria, una amplia nómina de buenos banderilleros, empresarios muy activos, numerosos ganaderos que lidian incluso en España y sobre todo un sector que en su globalidad maneja conceptos que cuentan con la admiración de los españoles.

La carrera como torero de Simón acabó el mismo día de la alternativa. Fue algo premeditado. Tan claro lo tenía que se encargó un vestido negro, señal de luto por los sueños no realizados y símbolo de una ruptura con la tradición que poco menos que obligaba a lucir terno blanco en trance de alternativa.

-Yo había cortado tres orejas en Bayona, tres orejas en Ceret, tres orejas en Fréjus, tres en Nimes… Tenía gancho con el público pero no tenía técnica y entendí pronto que no iba a ser torero. Fue cuando me dije: “si no voy a ser el artista de este arte voy a ser el productor de este arte”.

-Y ese mismo día comenzaste la lucha como empresario.

-Se trataba de continuar lo que había iniciado como matador. Consideraba que siendo la Tauromaquia una fuerza cultural tan relevante en Francia y contando con una economía de mercado tan fuerte, no había motivo para que fuese dominada por los monopolios españoles. Así que me hice empresario.

-Asociado con Chopera, te aliaste con un español.

-Aliarse, que te aceptasen como igual, ya era mucho. Chopera era un hombre muy inteligente. Con una sola entrevista que tuve con él me aceptó. A la salida de una corrida de toros en Bayona le expliqué que él iba a necesitar empresarios franceses para que no le ocurriese lo que en América donde la aparición de empresarios nacionales le había desplazado. Me dijo que de acuerdo. Lo que me dices es muy sensato, me contestó, me voy a asociar contigo pero con una condición, no me voy a asociar contigo en lo que tengo sino en lo que aportes y aporté la plaza de Fréjus y Nimes.

-Fue el primero que te tendió la mano y el primero con el que te peleaste.

-Nunca me peleé con él. Simplemente nos separamos por no entrar en conflicto. La prueba es que diez años más tarde cuando me dieron la plaza de Beziers le ofrecí el cincuenta por ciento en reconocimiento de aquella primera relación. No sólo no peleé nunca sino que le tengo gran admiración.

-En alguna ocasión me contaste bromeando que os separasteis por un hombre.

-Sí, por Curro Romero. En las Fallas de 1981 le dije que quería contratar a Curro para Nimes y me dijo que aquello no tenía sentido, que Curro no entraba en los gustos de la afición francesa. Yo me mantuve en mi postura, le dije que no sólo era del gusto de los franceses sino que formaba parte de la esencia de su afición, que los toreros de arte eran muy de aquella tierra. Yo le hablaba desde el conocimiento, había dado en Mejanes una corrida con Romero y Paula que era la primera vez que toreaban juntos en Francia y había sido un éxito en todos los sentidos. Además yo quería desarrollar el potencial de la afición francesa en términos de calidad, eso era clave e irrenunciable por mi parte.

-Esa idea fue lo que iba a diferenciarle de las gestiones que había habido hasta entonces en su país, le apartaba de aquella doctrina según la cual para Francia valía todo.

-Era así. Era mi objetivo. En esa charla Don Manuel me dijo: “Yo veo que quieres ser empresario de verdad pero tus conceptos no son iguales que los míos, incluso pueden entrar en conflicto, así que creo que es mejor que tú sigas tu camino y yo el mío”. No fue una ruptura, fue un reconocimiento de nuestras diferencias, una solución entre caballeros.

-Tampoco como empresario te lo pusieron fácil. Ni en España como podría parecer más lógico ni en Francia.

-No me lo pusieron fácil. Cuando uno es un visionario nunca lo tiene fácil. No se conoce en la historia de la humanidad alguien que haya tenido visión de futuro con años de antelación que lo haya tenido fácil. Pero si se hacen realidad sus premoniciones, si se consiguen sus objetivos, gozan de un gran reconocimiento.

-¿Esa resistencia o esa contestación cómo la llevaste?

-Fue un sufrimiento permanente. Soy un ser que sufre mucho.

-¿También ahora que estás arriba? Este entorno no hace pensar en sufrimientos.

-Ahora tengo todos los bienes materiales, vivo bien, pero quien se plantea la vida de manera un poco intelectual o espiritual no puede reírse todo el día. El que se ríe todo el día es el que tiene horizontes intelectuales cerrados.

-A propósito, uno es empresario para ganar dinero.

-El dinero no ha sido motivo de especulación para mí, no quiero morir rico, ese objetivo no me llena, pero sí quiero vivir bien porque me lo merezco y vivo bien.

-Las dos primeras corridas de toros las montaste en Mejanes y Palavás, la primera con Romero, Paula y Roberto Piles y la segunda con El Cordobés, Curro Vázquez y la alternativa de Patrick Varin.

-Es verdad. Las dos las monté sin dinero. Pegaba los carteles por la noche con el coche de mi amigo Quiquí. Estaba sin tabaco y gané dinero en las dos.

-Fue el tiempo del lanzamiento de Emilio Muñoz de novillero sin caballos.

-Sí. Le llamaba el Mozart del toreo y de ese tiempo fueron las corridas matinales. Eso fue un invento mío en Francia. Como no tenía plazas, las alquilaba. El debut con caballos de Emilio, en Arles, fue así. Le alquilé la plaza a Pedro Pouly, le di el cinco por ciento de la taquilla y anuncié a Emilio con cuatro novillos de Torrestrella, fue todo un acontecimiento. Ya ves, me tocó inventar para salir adelante. En Valencia también le alquilé la plaza a Camará unas Fallas y di la primera corrida de rejones matinal que luego se convirtió en un clásico.

-Aceptada la idea del visionario.

-Está claro. Nimes daba tres corridas y ahora tiene una feria de siete o más y otra feria donde no había feria. Lo vi claro.

-¿Quién te quitó el sueño en este tiempo?

-Problemas siempre hay pero quitarme el sueño nadie.-¿La contratación más laboriosa?

-Ahora mismo contratar a las figuras es laborioso para cualquiera. Si hay siete u ocho tardes en una feria todas quieren las mismas fechas y no hay más de dos fechas que les plazcan y quieren la misma ganadería. Eso hace muy laborioso o casi imposible el confeccionar una feria equilibrada en la que además hay que poner a los toreros jóvenes. Ese es el aspecto negativo de las figuras que ahora mismo mandan demasiado. Tienen que saber que cuando piden caprichos muy exclusivos lo acaba pagando el espectador y el empresario.

-No has hablado del dinero de las figuras entre los problemas.

-Yo entiendo que pidan dinero, también que pidan la ganadería que más les guste, la ganadería es el instrumento que le permite al artista desarrollar su Tauromaquia y necesita del instrumento adecuado que no es el menos peligroso, ahí está el balance de los últimos percances, pero una vez le hayas dado su dinero, su corrida y un cartel con armonía, no pueden pedir más. El resto, el cartel definitivo, lo debe hacer el empresario.

La entrevista continuó. Hablamos de los toreros más caros, de los más generosos, de cómo se producían las figuras antes y ahora, de su paso fulgurante por la FIT, del intervencionismo que se ejerce sobre la actual Fiesta y del futuro de la misma, de lo que prepara para la próxima temporada y de otras cuestiones, todo con Madrid al fondo, asomando como gran pieza en el horizonte inmediato...

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"Las figuras ahora mismo mandan demasiado"

José Luis Benlloch

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