La espina

Las prisas son malas consejeras

Paco Mora
viernes 01 de abril de 2016

El último domingo de marzo arrojó un saldo sobre el que hay que reflexionar sin excesivo triunfalismo pero también sin inútiles y perniciosos derrotismos. El toreo es así; con la luz cegadora de los éxitos cohabitan la oscura sombra del fracaso y el gris ala de mosca de la vulgaridad. Que al fin y al cabo esa imprevisibilidad también forma parte de la grandeza de la Fiesta. Dada la disposición y puesta a punto de Morante, Manzanares y Talavante, si al ruedo de La Maestranza hubieran saltado toros bravos de verdad, con el punto de fiereza necesaria para el espectáculo, la tarde del Domingo de Resurrección hubiera sido gloriosa.

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