El último domingo de marzo arrojó un saldo sobre el que hay que reflexionar sin excesivo triunfalismo pero también sin inútiles y perniciosos derrotismos. El toreo es así; con la luz cegadora de los éxitos cohabitan la oscura sombra del fracaso y el gris ala de mosca de la vulgaridad. Que al fin y al cabo esa imprevisibilidad también forma parte de la grandeza de la Fiesta. Dada la disposición y puesta a punto de Morante, Manzanares y Talavante, si al ruedo de La Maestranza hubieran saltado toros bravos de verdad, con el punto de fiereza necesaria para el espectáculo, la tarde del Domingo de Resurrección hubiera sido gloriosa.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2010
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2010 para iPad
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2010 para Android
Acceda a la versión completa del contenido
Las prisas son malas consejeras
El hierro que perteneció a Francisco Rivera “Paquirri”, con el que el llorado diestro inició…
Se dio la corrida Villista de la Revolución en la plaza de toros “Alberto Balderas”…
La terna, por encima de los toros de Villa Carmela que ayudaron bien poco a…
Los mozos de espada de la Comunidad de Madrid han celebrado este sábado en la…
Pasadas las dos de la tarde, en un frío y escueto comunicado, la Real Maestranza…
Tras su estreno en Sevilla, la Peña Francisco Montes “Paquiro” de Chiclana ha presentado el…