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Lío gordo de Castella, dos orejas en la México

Sebastián Castella: “Por tercera vez en mi carrera he podido hacer mi pase, la castellina”

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Sebastián Castella ha cortado dos orejas del primer toro de su lote siendo, hasta el momento, el gran triunfador del duodécimo festejo de la Temporada Grande mexicana. Tardo y de poca fuerza en el primer tercio fue el segundo, que se arrancó de improviso cuando Castella iba a brindar la faena al público. Impávido, el de Béziers salvó la situación instrumentando un muletazo por alto con la montera en la mano que hizo rugir a los tendidos. Luego, tras consumar el brindis, el francés consumó también varios cambiados por la espalda que metieron al público en la faena. Las primeras series diestras tuvieron temple, quietud y muletazos de notable ejecución. También hubo naturales de bella factura ante un toro que ofreció unas cuantas embestidas muy aprovechables por ambos lados. Subió de nuevo el nivel de la faena con nuevos derechazos en los que pareció por momentos que jugueteaba con el animal y terminó de reventar cuando ejecutó una serie de castellinas -muletazos de su invención tomando la muleta sin montar y por el pincho- que ya ejecutara hace unos años en Medellín. Mató bien al primer viaje y, tras gritos de ¡torero, torero!, paseó las dos orejas de un ejemplar premiado con arrastre lento.

Castella se topó en segundo lugar con un ejemplar bien presentado pero deslucido, que apenas se entregó y que tuvo una embestida sosa. Castella lo intentó por ambos pitones, dejando alguna tanda sobre la diestra de trazo templado. No tuvo transmisión el toro y tampoco la faena. El toro, muy quedado, no ayudó en la suerte suprema y pinchó el francés antes de dejar una estocada defectuosa.

Faena intermitente la de El Payo al tercero, un ejemplar de San Isidro que fue a menos durante la lidia pero que en las primeras series embistió con chispa y emoción. Ligó por momentos buenos derechazos el diestro mexicano, que cuajó una labor con garra y valor pero un tanto discontinua. Cerró por manoletinas y, ante algunas protestas del público por los altibajos de la faena, entró a matar dejando una estocada entera aunque tendida, motivo por el que tuvo que echar mano del descabello.Se quitó la espina con el sexto, que tuvo calidad y con el que el mexicano se rompió en tandas de mano baja y mucha profundidad que calaron hondo. El toro, encastado, prendió al torero en una voltereta sin consecuencias. Pinchó al primer encuentro pero se tiró a matar o morir al segundo, dejando una buena estocada que le valió la oreja.

El Payo regaló el sobrero, un astado que desarrolló calidad y que embistió humillado y con buen son. Lo saludó Octavio con una tafallera en el centro del ruedo que surgió algo accidentada, golpeando el toro con la pala del pitón la cadera del diestro. Las ganas de El Payo por triunfar hicieron que comenzase muy acelerado la faena de muleta. Obligó al toro demasiado en muletazos mandones y de mano baja, viniéndose a menos. La faena se fue diluyendo y al final perdió cualquier posibilidad de premio con la espada.

El Zapata, vestido con un terno de color teja y bordado en pasamanería blanca, recibió al primero con una tafallera al hilo de las tablas y toreros mandiles -que es como en México se conoce a los delantales- con su capote de vueltas azules. Quitó después por ajustadas chicuelinas y, con los palos en la mano, ejecutó primero el par monumental para, acto seguido, poner uno de poder a poder con las dos banderillas que previamente había dejado sobre la arena. El tercer encuentro fue al violín por los terrenos de adentro y, en conjunto, hubo más disposición e imaginación que buena colocación de los garapullos en los tres pares. No humilló y se quedó corto el toro en el último tercio, que a punto estuvo de coger al torero en un momento en que éste le perdió la cara. Faena de aliño la del toreo tlaxcalteca, que nunca estuvo a gusto y decidió abreviar. Falló con los aceros. Descabellando, incluso, fue volteado en dos ocasiones, saliendo maltrecho de ambos empellones.

En el cuarto de la tarde, El Zapata elaboró una faena larga y afanosa ante un ejemplar manejable pero venido a menos en la muleta. Dejó algunos naturales estimables pero la falta de transmisión del toro hizo que la faena apenas tuviera calado. Dejó una estocada entera al tercer encuentro.

México D.F. (México). Siete toros de San Isidro, de presentación y juego dispar; el 2º, bueno, premiado con el arrastre lento. URIEL MORENO “EL ZAPATA”: Pitos tras aviso y pitos; SEBASTIÁN CASTELLA: Dos orejas y silencio tras aviso; y EL PAYO: Algunos pitos tras aviso, oreja y palmas de despedida. Entrada: Un tercio. La porra de las alturas entregó a El Zapata al término del paseíllo una escultura que representaba al propio diestro poniendo un par de banderillas. Saludó en el segundo Francisco Chacón tras banderillear.