También los soñadores tienen derecho a ser algún día reyes y no vasallos. Simón lleva soñando desde que se vestía de luces, desde que hizo el paseíllo en Las Ventas, desde que se cambió el apellido para que sonara más torero. Luego pasó de soñador a productor. Es casi lo mismo: es alguien que produce sueños que pueden llegar a ser realidad. Y de hecho su carrera está llena de pasos sobre las nubes del ensueño.
Un día tuvo la oportunidad de entrar en la sala de máquinas de Nimes y ya no soltó el volante. Nimes creció en sus manos y en sus sueños. Logró aumentar la feria, duplicarla en tiempos de vendimia. Y en París logró lo mismo que Edith Piaf cantando y Coco Chanel en la modernidad, puso de moda ir a los toros en Nimes y convirtió el anfiteatro en una pasarela de la jet set de la capital.
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