De los treinta y cinco toros en puntas que saltaron en Logroño en la última feria llamaron la atención unos cuantos. Se habla del toro de Bilbao, del de Sevilla, del de Madrid y del de Pamplona, y cualquiera entiende lo que se implica o quiere decirse. No tanto del toro de Logroño, que se las trae. Los ganaderos que se anuncian en Logroño por San Mateo saben bien que aquí el rigor es particular. De modo que la corrida de Logroño no se improvisa. Eso no es novedad, sino tradición. “Logroño es en realidad una plaza de primera”, acaba de decir con razones de peso Moisés Fraile, el ganadero de El Pilar.
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Logroño, punto y aparte
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