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Juan Ortega, el pasado viernes en Castellón. El muletazo es un cartel de toros. Foto: Manolo NavarroJuan Ortega, el pasado viernes en Castellón. El muletazo es un cartel de toros. Foto: Manolo Navarro

Los aires manoletistas de Ortega

Pedro Toledano
lunes 31 de marzo de 2025
Al ver la foto de Juan Ortega en Castellón he vuelto a recordar mi historia familiar en la que tanto se admiró al Monstruo cordobés; no es fácil encontrar aires manoletistas y cuando aparecen te llenan el espíritu de aficionado

Una gotera en forma de prótesis de rodilla me impidió estar el viernes en Castellón. Me dolió tanto o más que el motivo que me privó de acudir a la cita, y más todavía después de leer la crónica que Pepe Luis Benlloch publicó en Las Provincias, relatando con mucho criterio la lidia aplicada por cada uno de los espadas (Perera, Ortega y Aguado), a los toros de Puerto de San Lorenzo.

La foto de Manolo Navarro que ilustraba la mencionada crónica, un soberbio y bello pase sobre la derecha con la figura genuflexa, tratando de someter al morito y enseñarle el camino siempre comprometido de la media luna en los primeros compases de la lidia, me hizo reverdecer entrañables recuerdos de mi querido Jaén y del no menos admirado Linares torero. Cuando murió Manolete, quien firma esta columna sólo contaba dos años, pero pertenecía a una familia muy aficionada, en la que mi recordado padre era pilar de referencia. Él y sus amigos, entre los que figuraba un popular taxista de la época, Rabanillos (lamento no recordar el nombre de pila), habían estado en la plaza de Santa Margarita la tarde en la que Islero se llevó la vida y consolidó la leyenda de Manuel Rodríguez y vivencias así, vive Dios, acreditaban su currículo de buenos aficionados.

En la época, mi progenitor regentaba la entonces popular Venta La Primera del Jontoya, a escasos tres kilómetros de Jaén en la carretera de La Guardia, y mi tío Juan Miguel, la Taberna Toledano en la entonces calle Julio Burell (hoy Virgen de la Capilla). Los dos como admiradores del genial espada cordobés, se hicieron con una serie de diez fotogramas que comercializó (y no a cualquier precio) el sagaz Canito presente en la malhadada tarde. Ahora al ver la foto de Juan Ortega en Castellón he vuelto a recordar cada uno de los pasajes de aquella, para mí, entrañable historia de devoción torera. No es fácil encontrar aires manoletistas y cuando aparecen, como ha ocurrido con la foto de Ortega, hacen que reverbere tu espíritu de aficionado.

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