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Los gladiadores del siglo XXI

Hay que comenzar a tirar de la manta ante la desvergüenza de la que se está haciendo objeto a la mayoría de los toreros en la actualidad. Ellos callan y sufren, porque, si se quejan o intentan defender sus intereses, los mandan al ostracismo.

Y la verdad es que, exceptuado a Ponce, El Juli, Morante, Talavante y Manzanares, y en segunda instancia los Miguel Ángel Perera, López Simón, Roca Rey, Ginés Marín e incluso Joselito Adame y pocos más, la mayoría son esclavos vestidos de luces que apenas le ven el color al dinero. Y deben resignarse a enriquecer a una panda de semi analfabetos que han descubierto la explotación del hombre por el hombre y medran a costa de las ilusiones, la sangre y el peligro de muerte de los toreros. Que aquí se muere de verdad. Ahí está todavía fresca la sangre de Barrio y Fandiño.

Los toreros hoy son gladiadores de los “trust” y otros empresarios de medio pelo que no les falta más que transportarlos en jaulas para que lidien y maten dos toros cada tarde por el chocolate del loro. Pero todos callan porque si abren la boca para defender “el salario del miedo” se les orilla o se quedan sentados. El que quiere seguir toreando ha de tragar y callar porque si hace público el trato canallesco que se le dispensa puede dar por terminada su carrera. Así de duro y salvajemente maltratado está el toreo para la inmensa mayoría de los que se visten de luces.

Los toreros hoy son gladiadores de los “trust” y otros empresarios de medio pelo que no les falta más que transportarlos en jaulas para que lidien y maten dos toros cada tarde por el chocolate del loro

Los carteles de las ferias no se pueden hacer sólo con las figuras y a los que les ha tocado ir de relleno para acompañar a los toreros de “elite” se les adelantan dos o tres mil euros para pagar a la cuadrilla y se les da un “pagaré” para dentro de tres meses. Con escasa garantía de cobro, porque en ese tiempo, como en el chiste, “o se ha muerto el abuelo o me he muerto yo o se ha muerto el burro”. Y si un apoderado quiere ser leal con su compromiso y exige lo que corresponde a su torero, le hacen la cruz y si te he visto no me acuerdo. En el negocio del toreo se está practicando el más puro gansterismo. Así de claro. Sólo en Pamplona reciben los toreros tratamiento de seres humanos tengan la categoría que tengan. Y es que, en la capital de Navarra, la Feria de San Fermín es una meritoria obra benéfica de la que nadie piensa en hacer negocio. Todo lo demás es descarnado e inmisericorde lucro.

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Los gladiadores del siglo XXI

Paco Mora

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