Si un puñado de ganaderos de toros bravos, de los que les gustan a las figuras, se decidiera un día a meter todo su ganado en el mismo cerrado y echarle de comer pagando el pienso entre todos...
Si un puñado de ganaderos de toros bravos, de los que les gustan a las figuras, se decidiera un día a meter todo su ganado en el mismo cerrado y echarle de comer pagando el pienso entre todos y venderlos en lotes de seis sin más trámites como si fueran hijos de la misma familia, hay que ver cuántos disgustos se ahorrarían. Sobre todo porque el marrón de los petardos se lo comerían entre todos y las alegrías de los que embisten también. Y el dinero a repartir como buenos hermanos. Viene esto a cuento de que los de Núñez del Cuvillo han sido tan buenos y tan malos como todos los demás de esta feria en la que han imperado los toros clónicos, que se parecen hasta en los andares. Por cierto, en esa hermandad ganadera apuntada más arriba déjenme a un lado Fuente Ymbro por muchas cosas y a Victorino Martín por otras cuantas. Y no me las pregunten porque a lo mejor me da por contárselas y esta noche tienen ustedes pesadillas.
Morante de la Puebla, sin opciones, ha dejado tres chicuelinas y una media verónica para el recuerdo, amén de varios muletazos en el comienzo de faena del toro que ha matado en sustitución del herido López Simón. Tampoco sería malo que dejara en la sudadera unos cuantos quilos que le están sobrando. De acuerdo que el arte que le rebosa no entiende de pesos ni medidas, pero esa estampa de matador de Botero no es la ideal para afrontar la lidia en plenitud de facultades. Manzanares -llevan razón los que te lo han dicho José Luis- no es el rey de Sevilla; es el emperador. Su faena al quinto de la tarde ha sido de torero grande donde los haya. El toro tenía más defectos que virtudes y le ha ido tapando unos y resaltando las otras hasta ligarle una faena de maestro, en la que incluso ha afirmado más que otras veces las zapatillas en el albero, renunciando a ese “lago de los cisnes” torero que interpreta cuando se deja llevar por las musas, y que vuelve loca a La Maestranza. El toricantano López Simón con el mejor toro de la tarde ha estado valiente, muy valiente y entregado, y con detalles de torero bueno. Cuando el tiempo lo relaje, lejos ya de tarde de tanto compromiso, puede andar con solvencia entre las figuras y hasta buscarle las cosquillas a más de una. Lástima de cornada, pero entró a matar o a morir y pagó el precio…
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