Con un discurso más propio de una feria de ganado que de un foro ideológico, de forma simplista y despótica, se están cargando por barrios o por zonas a cuenta de los pactos, según les convenga, tantas vivencias, tanta riqueza, tanta cultura… Y para más bemoles, lo hacen en nombre de la cultura La semana taurina, a falta de toros y ferias que calmen los revuelos externos, se ha vuelto a tensionar. Hay motivos. No tiene buena pinta el futuro inmediato. Espero más del después que del ahora, de lo que sea capaz de reaccionar la sociedad tras el avasallamiento al que nos han sometido, que del estado shock de estos días que nos mantiene colapsados. Habrá alguien que me diga que esa es exactamente la cofradía del clavo ardiendo y es posible que sea así, pero ante el cuadro actual no hay muchas más salidas para desestimar el suicidio taurino que confiar en la reacción civil que nos acabe rescatando de este sindiós (con perdón), soñar en que el realismo que llegará tras la tormenta anti, esa especie de ola que nos ha inundado con la frivolidad e irreflexión de una moda, ponga las cosas en su sitio.
O al menos es lo que espero. Después del trato, la idea negociación me parece excesivamente noble, después del trato de los pactos digo y las incongruencias ideológicas que han demostrado muchos dirigentes, por una alcaldía lo que sea, la cuestión toros se ha puesto muy difícil y muy agria. Nos han malbaratado como chalanes de feria con prisa por empezar otro negociete. Le pongo dos concejalías, aproximamos los tres puntos que más se parecen de nuestros programas y le añado los toros… ¡Ea! echa la mano. Así, con ese discurso o similar más propio de una feria de ganado que de un foro ideológico, de forma tan simple y despótica, se están cargando por barrios o por zonas según les convenga tantas vivencias, tanta riqueza, tanta cultura… Y para más bemoles, lo hacen en nombre de la cultura, jódanse, parecen decir, jodámonos, asumimos…
Es lo que hay. Si no hubiese sido por los pactos que tanto han desvirtuado algunos programas, diría que es lo que hemos elegido, así que aquí paz y allá gloria, diría que se trata del juego democrático y habría que asumirlo, pero no ha sido así. Eso no es lo que ha decidido la mayoría de los españoles y me rebela. Es exactamente lo que han amasado los políticos al dictado de sus respectivas conveniencias, lo que han interpretado ellos que hemos decidido nosotros. Esos pactos/tratos negros como los toros negros de Alberti que estos días han cambiado de divisa, es lo que nos ha amargado la existencia a los aficionados, al menos de momento. El número de aficionados y antis no se corresponde con los colores de las nuevas corporaciones, el aprecio del toreo o el respeto que también me vale, es algo trasversal, más sutil y desde luego diferente a esas siglas. Sea como sea, ahora toca remar, que tampoco tiene que ser necesariamente malo.
Posdata.- Un resquicio a la esperanza. Nuestra esperanza es su cobardía. Me duele no por lo que han hecho sino por lo que dicen e insinúan que quieren hacerle al toreo. Ahí está el ejemplo de Huesca, donde han pactado la desaparición paulatina de los festejos taurinos. ¿Qué significa eso?... una declaración de intenciones, un ya veremos lo que nos conviene, dejemos pasar el tiempo a ver... La situación nos debilita pero sobre todo denota poca franqueza. Es evidente que amagar contra los toros está de moda.
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Los tratos negros de la política
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