Se agradece. Se agradece que en un invierno de pereza, de inmovilismo, de pulsos, de inconsciencia, de marcha atrás y futuro incierto, el más mayor de los grandes empresarios que quedan en el anémico Capitolio taurino, llamado José Antonio Martínez Uranga, de la más importante estirpe vasco-navarra de taurinos, nos llenara la noche de radio de ilusión por el futuro.
Se agradece y hace falta. Chopera, responsable de la plaza más importante del mundo taurino: o sea, Madrid, recitaba el futuro con la ilusión de quien se niega a colaborar con la muerte o el achicamiento, o la rutina, o la cuesta abajo, o el encogimiento de hombros. José Antonio viajó en dirección contraria al pesimismo y a la contemplación del ombligo propio; y en pleno enero ya tenía a Ponce otra vez en Madrid, a Juli dos tardes en la feria y una en Beneficencia y a Fandiño cerrado en ese cartel post feria.
