La página de Manolo Molés

Maltratamos en lugar de cuidar

Manolo Molés
jueves 14 de enero de 2016

Cali empieza a recrecer, Medellín pelea por que no la descabellen los políticos y Manizales es el último gozo. Pero algún día habrá que reconocer que imponiendo billete grande y toro chico no hemos defendido “El Planeta de los toros”.

Cuidar América. Ese debería ser un objetivo básico si queremos que la Fiesta siga siendo ese “Planeta de los toros”, término del personalísimo crítico de ABC en tiempos del blanco y negro. Cañabate fue escritor costumbrista, castizo y madrileño con argumentos y literatura fácil para el lector de aquellos años, tal vez lejos de la mayor hondura taurina de Clarito y Corrochano. Pero nadie pierde el tiempo si es capaz de releer los legados de este trío de comentaristas o críticos taurinos. Hay que recordar que César Jalón, con el mote taurino de “Clarito”, fue ministro, creo que de telecomunicaciones, en el gobierno de la República en 1931. Entonces la Fiesta no entraba en el debate político. Era la fiesta de todos, ricos y pobres, leídos o analfabetos, que de todo había en aquella España. Pero la Fiesta no se dividía en bandos como no fueran de partidarios de uno u otro torero. Partidarios de Marcial o de Ortega. De Manolete o de Pepe Luis y así la rivalidad acompañó el espectáculo de por vida. Tal vez los últimos dúos con fuerza fueron los de Aparicio y Litri y a nivel local El Tino y Pacorro en Alicante, dividían la pasión de los paisanos. Hasta el punto de que en el mercado los partidarios de un torero no compraban en la tienda del que era partidario del otro. O Chamaco y Bernadó, rivales en Barcelona.

ESPAÑA NO HA SABIDO TRATAR AL RESTO DE AFICIONES DEL MUNDO

Bien. Volvamos a Cañabate. Ante el mapa de esos ocho países taurinos, que ya eran los mismos, España, Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador, tituló aquello de “El Planeta de los toros” y esa constelación de países ha dado riqueza a la Fiesta durante muchos años. Pero España como país productor y principal de la Fiesta no ha sabido cuidar debidamente a las aficiones de esos países. A Francia la tratábamos como a un país que no tenía ni idea. Pero el día que decidieron empaparse de lo que era de verdad este espectáculo, tomaron decisiones muy radicales y muy necesarias. Una de ellas es muy clara: casi todas las plazas francesas grandes o chicas tenían un gerente español que, a excepción de Manolo Chopera y poquito más, iba a su negocio y no cuidaba ni carteles y menos aún el toro. ¿Qué pasó? Ahí está lo que pasó: que poco a poco han echado a todos los gerentes españoles. Y tomaron la manija los aficionados, serios, organizados y descubriendo la verdad de la Fiesta: toro encastado, toreros que sólo torean si se lo merecen, respeto al aficionado, etc. Ahora son un ejemplo. Pero nos echaron a los taurinos españoles salvo levísimas excepciones. No lo cuidamos.

Como no cuidamos América. Venezuela es verdad que entre el chavismo y el Maduro, que parece que ya van cuesta abajo, la Fiesta con dirigentes de ese calado se fue empobreciendo. Los ganaderos, o sea, los ricos, perseguidos por serlo y la cabaña ganadera a la baja. Y los toreros y taurinos españoles sólo han ido a dar lustre a aquellas plazas, las de Venezuela o las de Ecuador, cuando había dólares y toro chico. Mala combinación. Con malas consecuencias. Lo sabemos también en España. Pero en América ha dañado mucho el futuro. Ese Perú que funciona en la modestia de “la provincia” con gran afición del pueblo, ve cómo Acho, la sevillana plaza bicentenaria de Lima, las entradas duplican o triplican en su precio a las de Las Ventas de Madrid. Billete caro y toro chico es veneno.

SÓLO MANUEL CHOPERA REMENDÓ EL OLVIDO HISTÓRICO CON MÉXICO

Y México es grande, inmenso, con mucha afición y pasión, con plazas en casi todas las ciudades o pueblos importantes, con muchas ganaderías, con la plaza más grande del mundo en la capital, pero tampoco hemos ayudado. Durante años, tiempo pasado, el convenio taurino con México se rompía cada dos por tres. Y luego maltratamos a los toreros aztecas. Ni puto caso. Sólo Madrid, de tarde en tarde, daba cobijo a una figura. Pero como ejemplo de mal trato ahí está Zotoluco que fue número uno en un puñado de años y aquí en España le poníamos en la de Miura, Palha o cualquier cosa que no querían ni las figuras ni los medio pensionistas. Sólo Manolito Chopera (uno de los taurinos que más ha crecido en positivo, el hijo de José Antonio) remendó el olvido histórico con México. Y ha sido, y es, el mejor y más justo pacifista de esas relaciones. Una cabeza sana no viene mal. Pero esa Plaza México hay que levantarla. Y Colombia vive, ama la Fiesta, pero también está tocada. Armenia, Popayán, Cartagena, etc. tantas plazas de segunda apenas abren. Bogotá, la madre, volverá cuando fenezca políticamente Petro. Cali empieza a recrecer. Medellín pelea por que no la descabellen los políticos antis. Y Manizales es el último gozo, llenos, fin benéfico, gestión, seriedad. A donde hay que volver. Pero algún día habrá que reconocer que imponiendo billete grande y toro chico no hemos defendido “El Planeta de los toros”. Más preocupante que lo del cambio climático. Cuidar América, aunque sea algo tarde.

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