Morante, gallista empedernido y confeso, transita por la vida en dirección contraria a la evolución natural de los humanos. Como dice él mismo, cuando le tocaba ser Juan es José quien le pellizca la inspiración. Una singularidad, otra, de este hombre, que rompe tópicos, que cuando el cuerpo pide serenidad y sentimientos se manifiesta en clara actitud rampante y voraz. Dicho de otra forma, a la vejez, los clásicos del toreo eran viejos a los cuarenta, a la vejez viruela, digo arte, digo ambición… en realidad lo nunca visto. Ese es Morante, un verso suelto en el sistema que miren por dónde se ha hecho el amo del sistema. Manda Morante, manda huevos, nunca un artista así mandó en el toreo, en realidad nunca hubo un artista así.

