El mano a mano es mucho más que el número dos. Por eso todos los carteles que anuncien a dos toreros no son todos un mano a mano. Mano a mano es casi una querella, una especie de ajustar las cuentas...
El mano a mano es mucho más que el número dos. Por eso todos los carteles que anuncien a dos toreros no son todos un mano a mano. Mano a mano es casi una querella, una especie de ajustar las cuentas, dilucidar algo, discutirse una cuestión, un debate en el púlpito de la arena, un encuentro entre dos para rivalizar. Un mano a mano debería ser, si se me permite, entre dos que ni se lleven bien. Y si se llevaran mal y se calentara el “agarrón” en los días previos, pues aún mejor. En definitiva, un mano a mano jamás será ese tipo de carteles en donde se rivaliza a dos pistas, en paralelo o en turno, ahora tú, luego yo, pase usted primero, gracias. Y si dos de a pie no significan mano a mano, un cartel con un rejoneador y un matador, jamás podrá tener visos de mano a mano.
Esos carteles que este año están anunciando a Ponce, Juli y ahora… ¡¡¡José Tomás!!! junto a Hermoso de Mendoza, causan la extrañeza que deriva en un encogimiento de hombros: no les debe quedar más remedio que hacerlo. Sinceramente, si Hermoso sorprendiera bajando del caballo y pegando dos lances a un toro o un par de tandas y Ponce hiciera lo mismo, o José Tomás subiera a una silla e hiciera alardes a dos pistas, pues podría entenderse como una aportación novedosa hacia una nueva oferta de espectáculo en unos tiempos en donde hay que renovarse.
Un mano a mano entre Perera, triunfador de San Isidro y José Tomás, tendría visos de gran acontecimiento que paralizaría al país. Pero es imposible. Una corrida en la que un cartel formado por figuras, o figuras y toreros de las llamadas “duras”, lidiaran tres de Victorino y tres de Juan Pedro o de Parladé o tres de Escolar y tres de Domingo Hernández, tendría un contenido muchísimo más competitivo que esas ocurrencias en las que nadie compite. JT no compite con Finito ni con Hermoso ni con nadie. Hermoso no compite con El Juli ni con Ponce, y si somos sinceros, eso de la competencia o rivalidad quedó expuesto a la dictadura de unas programaciones largas, extensas, que suman más de lo mismo. Que es como sumar poco.
Todo este año se está hablando de Gallito y Belmonte que fueron, en esencia, una gran competencia y un excelente complemento. ¿Se puede entender a Joselito sin Belmonte o viceversa? No. Pero sí se puede entender a JT sin Ponce y sin Juli y sin Morante y a Morante sin Juli y a Talavante sin JT. Y eso es muy malo para el toreo. Tan malo que se habla de Belmonte y Gallito sin comprender que fueron. Fueron, los dos, lo que hoy no tenemos. Rivalidad.
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