ENTREVISTA

Manzanares: “Busco que mi toreo gane en excelencia, pureza y sabiduría”

Jorge Casals
miércoles 28 de febrero de 2024
Este sábado inicia su temporada en Olivenza, que continuará después en Castellón donde es la base de la Magdalena al ser la única figura del toreo que hará doblete; con dos décadas de alternativa, este joven veterano sigue conquistando al público de todas las edades con su elegancia dentro y fuera del ruedo

Este 2024 se cumplen diez años del repentino e inesperado adiós de José María Manzanares, el maestro. La mañana del 28 de octubre de 2014 partió hacia la eternidad un genio del toreo. Lo hizo en silencio, envuelto por la paz de su finca extremeña de Cerro Teresa. Es allí donde ahora, su hijo Josemari, prepara sus temporadas. Desde hace apenas unos años, en pandemia concretamente, adquirió las fincas familiares de Majadas Altas y Cerro Teresa, y allí pasa largas temporadas, desde Navidad hasta prácticamente San Juan, donde ya se instala en su Alicante para la Feria de Hogueras.

En Cerro Teresa está todo igual que antes de aquella fatídica mañana de octubre. Josemari vive rodeado de los recuerdos de su padre, su maestro, su faro, su ídolo. La muleta y el capote que tenía junto a la chimenea y que el maestro cogía para despertar sus sentimientos toreros siguen estando allí. La montera, el fundón de espadas, algunos trajes de luces, cientos de fotos, cabezas de toros importantes en su carrera como el de la alternativa o Clarín, de Manolo González, con el que inmortalizó el toreo en Las Ventas en el 78. No hay mejor inspiración para un torero, en este caso para otro Manzanares, que sentir tan de cerca al maestro con sus recuerdos más personales y entrañables. En los planes de su hijo está reunir todos esos recuerdos en un salón dedicado, a modo de museo, al llorado diestro. También otro para el propio Josemari, con algunos de sus vestidos y con las casi cuarenta cabezas de toros que guarda y que han sido relevantes en su trayectoria.

La temporada 2024 arranca con ilusión para él. Le esperan compromisos importantes y por eso lleva desde el día 1 de enero preparándola a conciencia. Con la misma motivación que cuando era novillero. Las mañanas las dedica al entrenamiento físico que en Manzanares es evidente y a la vista está que es una parte fundamental para él. Una carrera por la finca resulta cuanto menos reconfortante en plena dehesa extremeña, lindando el cercado de las yeguas de su hermano Manuel, o el de las 250 vacas mansas, o bordeando la cerca donde pastan las once vacas que le regaló su apoderado Jorge Matilla, sin más aspiraciones que tener un lote algo mayor para disfrute personal. Hablamos con el torero con un café de testigo y un cigarro interminable que cala con vehemencia tras cada respuesta. El tentadero se ha suspendido por el temporal. Una sobremesa con Josemari después de haber comido un arroz delicioso con toda la cuadrilla que él mismo ha preparado. Su buen amigo Quique Dacosta le ha enseñado algunos trucos que el torero aplica con buena mano.

-Es la base de los carteles de Magdalena con dos tardes. ¿Es un reto o la mejor respuesta a tanto cariño que le muestra esta plaza?

-Más que un reto es un orgullo, un regalo. Me siento muy querido en Castellón ya desde mis inicios, me acuerdo de aquella novillada de Daniel Ruiz, de una corrida de Manolo González, más recientemente el mano a mano con Roca Rey… es una plaza que me ha dado mucho y siento el cariño de su gente de una manera muy especial. Cuando me lo propusieron mis apoderados les dije que estaba encantado de hacerlo. Me hace ilusión, tengo recuerdos muy bonitos de Castellón. 

-Será un fin de semana intenso: el viernes en Castellón, sábado en Illescas y domingo de nuevo en Castellón. ¿Cómo lo afronta?

-En agosto y septiembre, con la temporada más avanzada, se nota mucho más el cansancio. No cansa torear porque nos preparamos para ello, más bien los viajes, los kilómetros, no descansar en el coche… es lo que peor llevo. Cuando los viajes ya pasan de 500 kilómetros, al tercer o cuarto día ya notas que el cuerpo necesita descansar. Es que con nuestra edad…

-¿A su edad? Estará de broma…

-Hombre, ya tengo 42 años. Me acuerdo que cuando era joven y me cogía un toro rebotaba en el suelo y al día siguiente no notaba nada; ahora cuando me pegan una voltereta, el dolor me dura semana y media. Es lo único malo, todo lo demás es positivo, la edad es experiencia, sabiduría, poso en tu manera de ver la vida, la madurez a la hora de torear, tu concepto del toreo ya no es tan eléctrico sino más reposado, es más sentido y más emocional. Ahora es la época en la que mejor estoy toreando con muchísima diferencia. Recuerdo que antes triunfaba a diario, pero ahora, en cuanto a calidad de toreo, prefiero este momento que el anterior. 

-¿El toreo bueno se consigue con la edad?

-Totalmente. Cuando ves torear a un torero mayor ya retirado, le notas algo distinto, da gusto verlo. Es como algo celestial. Cuando un torero retirado torea en el campo, lo hace de corazón, con naturalidad y el toreo sale solo. Es la difícil facilidad, hacen fácil algo como torear que es realmente complicado. Date cuenta que los que estamos en activo estamos influenciados por el triunfo, somos conscientes de que necesitamos triunfar y cortar orejas, y eso resta libertad a la hora de torear con mayor profundidad. Yo intento que no me afecte. 

-¿La técnica también encarcela esa libertad para ser más expresivo?

-La técnica es muy importante. Sí es verdad que resta profundidad. Lo importante de la técnica es conseguir que no se note que la estás utilizando, pero es necesaria. Para torear un alto porcentaje de toros la necesitas porque yo no soy torero para esperar solo al toro que me sale bueno, yo no puedo esperar a que el toro se acople a mí, no, el torero se tiene que acoplar al toro que sea. La técnica, que es lo que me enseñó mi padre, es lo que te ayuda a entender el mayor número de toros posibles. Ese es el fin de torear, hay que mejorar la embestida del toro que tienes delante. Con técnica, se saca el fondo bueno de muchos toros medios. 

-¿Con la técnica se tapan muchos defectos de los toros?

-Sí, desde fuera hay muchos toros que parecen buenos cuando en realidad no lo son tanto, depende mucho de si el torero que ha estado delante le ha hecho bien las cosas o no. En ese sentido, mi concepto no es de sometimiento, sino de entender al toro, mejorar su embestida y que por tanto me permita expresarme con mayor naturalidad y sin tanta técnica. Cuando a un toro se le hacen las cosas bien durante la lidia, va mejorando y acaba embistiendo mejor que al principio, y mi objetivo es ese, aplicar todos mis conocimientos para mejorar la embestida del toro, ese es el concepto que me enseñó mi padre. Hay excepciones como el toro Dalia, de Madrid, que desde un principio te permiten expresar tu toreo con la mayor pureza posible. 

-Hablando del toro, ¿es realmente el más bravo de la historia?

-Te diría que son muy exigentes. Es un toro que embiste muy bien pero no te permite errores, no es un toro nada fácil. A rasgos generales, necesita ir toreado y que lo domines, porque de lo contrario te va ganando terreno y acaban subiéndose a la chepa. 

-Lleva más de dos décadas como matador de toros, es todo un veterano ya. Toda una vida dedicada al toro, con lo exigente y celosa que es esta profesión. ¿Se piensa que el final está más cerca?

-No. Tomé la decisión de apartarme cuando mi cuerpo no me lo permita o haya perdido la ilusión por torear. Siempre y cuando tenga ilusión, los toros me respeten y mi físico me lo permita, seguiré toreando, no entra en mis planes retirarme. ¡Y mira que se pasa mal, y cada año peor!

-Esa relación con el miedo debe ser horrorosa, convive a diario con los toreros.

-El miedo al daño físico no me aterra. No me cuesta trabajo ponerme delante de un toro. Es más miedo al fracaso, la presión, la exigencia… Es normal que me exijan, he perdido la novedad, me han visto muchas veces, saben hasta dónde puedo ser capaz de llegar y por eso los públicos exigen cada vez más. Sufro mucho interiormente, lo que más me atormenta y me preocupa es defraudar al aficionado que va a verme, eso me quita el sueño. Cada año esperan más de mí, pero cada año es mucho más difícil llegar a esa cota. 

-Cuando ya se consigue prácticamente todo en esta profesión, ¿cuáles son sus metas?

-Seguir avanzando en mi concepto del toreo, que aún me queda mucho por mejorar. Soy una persona muy obsesiva y perfeccionista, nunca me quedo con ninguna faena, siempre tengo peros y busco la perfección. Por un lado es bueno, pero por otro atormenta mucho. Atravieso una época ahora mismo en la que busco y me preocupa que mi toreo gane en excelencia, pureza y sabiduría. Es mi mayor meta ahora mismo, que cuando me vean torear sea capaz de transmitir emociones, no miedo ni incertumbre. He visto a gente llorar en los tendidos y eso es lo más bonito, y lo más difícil de conseguir. 

-¿Y cómo se logra?

-Sale solo. Si estás preocupado en transmitirlo, nunca lo lograrás. Si te paras a pensar que tienes que tocar el corazón del público y no lo sientes, deja de existir la pureza, la libertad del corazón y pasa a ser una mera actuación que lleva implícita un interés, eso no transmite ni emociona, es algo frío. Cuando quieres hacer algo que no sientes, de inmediato notas que aquello no llega al público, en cambio, cuando te olvidas de todo es cuando surge esa comunicación con el tendido y consigues algo que se queda en la memoria de quien te ha visto torear. Lo otro es efímero. Hay algo muy importante: que los cimientos de tu toreo sean fuertes. 

-¿Qué significa eso?

-Cuando se empieza en esta profesión, hay que crear unos cimientos sobre los cuales basar tu toreo. Sin son fuertes, serás capaz de superarlo todo, si no, caerás. Si tu éxito te llega de otra manera, por modas quizá, y no mediante esos cimientos, el final estará muy cerca. 

Visita al sastre

Manzanares es un enamorado de la moda. Vestir bien es una de sus pasiones, dentro y fuera de los ruedos. Para esta temporada se ha encargado hasta nueve trajes de luces, algo solo al alcance de un figurón de su talla. Cuando acabó la temporada en octubre acudió a los talleres de Antonio López, la emblemática Sastrería Fermín, para elegir bordados y colores. En este último sentido, al torero le cuesta salirse de dos tonalidades: los granas y los azules, cada vez más oscuros -quizá sea la edad-. Solo los bordados en azabache le dan opción a elegir tonalidades más claras. Los primeros vestidos en llegar a su casa los estrenará en las primeras ferias: Valencia, Sevilla, Madrid… y también Castellón, según desvela el propio torero. La ocasión lo merece. Estrenar siempre es motivo de acontecimiento grande.

Entrevista publicada en El Periódico Mediterráneo

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