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Manzanares y Fulanillo, el toreo hecho poesía

Con lleno en los tendidos se celebró el quinto festejo del abono de San Isidro. Se lidiaron toros de Manolo González, siendo el primero y el cuarto con el hierro familiar de Sánchez Dalp. Ovacionados los lidiados en cuarto y sexto lugar. José María Manzanares (ovación y dos orejas), Fernando Cepeda (pitos y silencio) y Manolo Sánchez, que confirmaba la alternativa, (silencio y ovación).

Reproducimos íntegramente la crónica que le dedicó José Luis Suárez-Guanes en Aplausos, titulada “Manzanares… for ever“:

“Su segundo toro fue muy bien picado por El Legionario. De todos modos su fuerza era justa, había que mimarlo, que quererlo, que pulsarle el ritmo para encontrar la más perfecta poesía del toreo. Después de un prólogo de espera, todos los muletazos fueron en verso. El remate de estrofa era, casi siempre, un muletazo redondísimo, pero sin perder la compostura. Un circular concebido en el Olimpo, en el cielo de los toreros con sentimiento. Cuando Fulanillo se quedó una vez en el centro de la suerte, Manzanares no lo dudó y así salió el pase de pecho: arrogante y bizarro.  Había sentido del toreo, sensibilidad, en todo lo que ejecutaba. Con la derecha y con la izquierda. Alargaba el muletazo hasta el infinito y esta vez dejaba la muleta en la cara para que se pudiera empalmar un pase con el siguiente.

“Cada serie era un soneto. Cada remate de tanda un Alejandrino.  El pincel de Pepe Puente y el buril de Puente Jerez se habrán inspirado para abrir una nueva exposición con el arte sumo del alicantino. Y como final el toreo a dos manos, la estética del ayudado por bajo, del pase de trinchera y cuando el camino natural del pase natural se corta, surge el milagro de un recorte que es el mayor esplendor de belleza torera, que me hace oír el grito que da título a esta crónica: Manzanares for ever (para siempre). Esta faena legendaria. Esta faena para el recuerdo, acababa con una estocada limpia, dejándose ver, rúbrica final para un hacer preñado de belleza. ¡Enhorabuena Manzanares!”.

A los pocos días de aquella histórica faena, nuestro director José Luis Benlloch hablaba con el maestro alicantino. “Al final las aguas volvieron a donde debían y Manzanares y Madrid se dieron un abrazo de reconciliación. Ha sido el primer gran suceso de este San Isidro”, decía el periodista: “Para mí ha sido una faena importante. Fue en Madrid, se la hice a un toro muy grande y tuvo los muletazos justos que tuvo el toro. Ni uno más ni uno menos. Estéticamente es posible que haya cuajado faenas mejores, pero el momento, la plaza, el toro y las circunstancias la convierten en una faena importantísima dentro de mi carrera”, confesaba el torero.

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Manzanares y Fulanillo, el toreo hecho poesía

Alfonso Ávila

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