Los últimos días han pasado cosas importantes para el toreo. La plaza de Las Ventas ha consagrado a dos compañeros, Talavante y Manzanares, que han constatado que la tauromaquia es un mundo rico en emociones. Olé por ellos, olé por la Fiesta...
No recuerdo haber visto en Madrid dos puertas grandes de matadores de toros en dos días consecutivos. La faena de Talavante la vi por televisión. El toro de El Ventorrillo fue muy bueno y a la vez que exigente obediente y noble a los toques: en definitiva, un toro bravo de verdad, con todo lo que ello implica. Alejandro lo entendió perfecto. La verdad es que me encantó. Disfruté como un enano, y eso que estaba en casa, pero faenas como la suya son de las que emocionan independientemente de que se esté o no en la plaza. Hay que ver cómo toreó con la mano izquierda y la de adornos y detalles muy toreros que tuvo a lo largo de toda la faena... Ah, por no hablar de la estocada. ¡Cumbre!
Al día siguiente, deseando vivir algo tan grande como lo del día anterior, fui a la plaza con dos amigos míos, los dos Pedros que digo yo, y cuando Manzanares enterró la espada en todo lo alto del sexto nos abrazamos los tres como locos, como posesos. Ese tipo de sensaciones sólo las da el toreo. Sin que nos toque nada de forma directa con José Mari, él, con la espada y la muleta, supo darnos esa alegría tan tremenda y especial que sólo se viven días así en una plaza de toros.
Por cierto, me encantó Manzanares, pero no puedo olvidarme de la faena de El Juli al cuarto, un toro que tuvo fondo pero que no fue fácil y que tuvo la gran fortuna de caer en manos de Julián. Estuvo tremendo con él. Yo creo que no se puede bajar más la mano y someter más a un toro. La oreja, como las dos del Manzana, es para mí indiscutible. Además, ¡qué carajo!, ¿cómo vamos a ponernos ahora con análisis racionales cuando esto es un mundo de sentimientos y emociones y allí todo el mundo terminó con la piel de gallina? Si el público las pide hay que darlas. Además, son triunfos que hacen afición y la Fiesta está ahora más que nunca necesitada de nuevos aficionados...
A ver si el día 2 de junio tengo yo la misma suerte que mis compañeros y me embiste algún toro de Cuadri. Salir por esa puerta grande debe ser algo precioso y me encantaría poder algún día vivir esa experiencia. Saldré a estar firme, muy de verdad, con mucho querer y una actitud que nadie me pueda reprochar. Bueno, y también a disfrutar del día. Estar anunciado en San Isidro, tal y como están las cosas, ya es un éxito en sí mismo así que también paladearé cada momento del día...
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Maravillado con Talavante y Manzanares
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