Marzo se ha puesto torero. Olivenza en primer lugar. Feria joven y consolidada. Ejemplar maridaje entre la iniciativa privada y el respaldo público que acabó dando frutos. Y tantos. Plaza llena, ciudad llena, muchos kilómetros a la redonda llenos, todos ganaron, todos siguen ganando. Fue un aterrizaje en el mundo vía Tauromaquia. Que se lo reconociesen sería justo. A una semana vista se le espera con ilusión. Antes fue Vistalegre, Madrid. Ésta está en modo rescate. No es tarea fácil. La operación tiene, queramos o no, un oponente congénito, Las Ventas. Su sombra más que alargada es pesada y la condena a un segundo plano que en tiempos de abundancia era llevadero y ahora le complica tela la existencia. Entonces -¡qué tiempos!- tenía su novela y su argumento, era plaza lanzadera, plaza para figuras en rebeldía, plaza para empresarios en expansión y ahora… ahora busca su lugar sin acabar de encontrarlo. Entre todos deberíamos hacerle sitio. Podría ser plaza para matar el invierno, escenario para presentar novedades en la línea de lo que ya fue, podría ser una tarea común de los empresarios, el coso de todos al que hay que rescatar por el buen nombre del toreo, una bonita forma de mejorar la autoestima…
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