Una gravísima cornada que le seccionó la femoral y la safena marcó su temporada. Fue en Alicante, a mitad de campaña y cuando Manuel Escribano se encontraba en un momento profesional “cumbre”. Apenas dos meses antes había vivido un hito histórico al indultar a Cobradiezmos, de Victorino Martín, en Sevilla. Un hecho que le hizo tocar el cielo con las manos aunque al mismo tiempo le supusiera pagar el peaje de la exigencia, como le sucedió en Madrid. La cara y la cruz. Las luces y las sombras de un torero que a pesar de todo se reconoce un privilegiado.
- “En el toreo se gana y se pierde en un segundo. Este año he pasado de indultar un toro en Sevilla a una cornada casi mortal”
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