De novillero logró un buen ambiente, principalmente en Francia. Y fue allí donde le surgió la oportunidad de tomar la alternativa. Istres le pareció la mejor opción. Sin embargo, ese día, el protagonista fue el viento, que impidió el toreo. Antes, como novillero, abrió la puerta grande de Sevilla y, después, ya como matador, la de Dax. Y también la de muchos pueblos. Todo, indica, por méritos propios.
- “Después de triunfar en Dax me dije: ahora sí me pueden llamar matador de toros. Desde entonces siento que puedo competir con mis ídolos”
EN LA CALLE: “Me gusta mucho el mar, bucear, el surf...”
Sin miedo. Así responde Joaquín Galdós a las preguntas más personales. Es sincero. Y no tiene reparo en contar ningún detalle, incluso los más delicados, como pueden ser aquellos que hacen referencia a sentimientos, a añoranzas propias de estar lejos de los suyos. Con una mezcla entre acento peruano y español, habla un chico maduro, con las ideas claras y con muchas anécdotas para su juventud. Por suerte, conserva esa energía y ganas de comerse el mundo propias de su edad.
- “Me sacan de mis casillas las personas renegadas, las que se quejan de su vida y se victimizan. Hay que ser agradecido de lo que se tiene”
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