Morante está que cruje; Ponce que revienta torería por los cuatro costados, convertido ya en un hito histórico del toreo. Manzanares hierve de modo que su personalidad y enjundia torera brillan con luz propia, superado el peso de la púrpura paterna. Padre e hijo son dos toreros distintos, que seguramente no se entenderían el uno sin el otro, pero el Manzanares de hoy ha trazado ya su propio camino. Talavante ha desarrollado parte importante de lo que lleva dentro desde el primer día que se vistió de luces, dando paso a un torero “sui generis” de atractivas calidades. El Juli sigue con sus bien ganados entorchados de capitán general del toreo actual. Castella se ha consolidado en figura indiscutible. Perera continua sin dar un paso atrás ni para tomar impulso. Rubén Pinar vela sus armas y se muestra inasequible al desaliento, empujado por su valerosa entrega hacia el lugar que sueña. Y…
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