Dice el refrán que “el gato escaldado del agua fría huye” y eso nos ocurrió a los aficionados a los toros cuando el ciudadano Sánchez, en esa tomadura de pelo que significó su fallido debate de investidura, anunció una nueva legislación sobre “el maltrato a los animales” entre todos los beneficios de auténtica aurora boreal que nos traería a los españoles su presidencia soñada. Uno comenzó a ver fantasmagóricos toros bravos por las paredes y el techo del Congreso de los Diputados. Y es que al mozo, que tiene planta de actor de películas de serie, como Hollywood le pilla muy lejos, se afilió al Partido Socialista en su afán de ser algo en la vida, y se apunta a un bombardeo con tal de no pasar inadvertido. Recién llegado a la madrileña calle de Ferraz ya enseñó la oreja con su telefonazo al programa de la entrepierna de Jorge-Javi -de gran prestigio e influencia política, como se sabe- para que toda España se enterara de que a él “nadie lo vería jamás en una plaza de toros”. ¿...?
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