Uno entiende que no se entienda a México. Es comprensible que la lejanía, las visiones parciales, los defectos de presencia de algunos toros, distorsionen una realidad que termina en un clásico: la escasa credibilidad del toreo mexicano en España. Más allá de ser una conclusión justa o injusta, es una conclusión sin análisis y sin conocimiento. La Fiesta es tan grande aquí, tan jerarquizada aquí, tan estructurada aquí, que todo lo que carezca de ese contenido no nos sirve. Y es comprensible. Mi primer paso por ese país, hace ya unos 22 años, apenas me llevó al mismo lugar de conclusión. México era una Fiesta menor. Luego regresé, de otra forma, sin menos prejuicios, y desde hace ocho años no dejo de ir. Fui primero por turistear y se me hace imprescindible ahora su tauromaquia.
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