En esta temporada extraña, sin festejos, los toreros centran su preparación en el campo. Es el caso de Morante de la Puebla, que en esta ocasión visitó la finca de los Arrifes de Arriba, en Olivenza, donde pastan los toros que cría su compañero Alejandro Talavante.
Vestido de corto, con sombrero de ala ancha de copa alta, frondosas patillas y bigote tentó en la coqueta plaza octogonal. Se atrevió con todos los palos: capote, banderillas y muleta. En todos ellos dejó patente su singular sello. Delante tuvo a Pregonito, un precioso añojo ensabanado y botinero, hijo de un semental de Núñez del Cuvillo y de una vaca marcada con el hierro de Talavante.