BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Morante y Roca Rey, vaya par de dos

José Luis Benlloch
sábado 31 de diciembre de 2022
En 2022 marcaron diferencias con el resto y les señaló el gran público. El sevillano añadió entrega a su toreo sin perder esencia y el peruano limpió su arrebato sin escatimar emociones

La temporada 2022 ha sido sobre todo la temporada de Morante y… de Roca Rey. Lo del sevillano ha sido lo nunca visto. Si partimos del estereotipo del torero artista que él representa como nadie nunca nadie de ese género alcanzó la regularidad ni la productividad (perdón) que ha alcanzado el de La Puebla. Limitó al máximo las irregularidades (las broncas fueron mínimas por mucho que en alguna ocasión eligiese el cabrear antes que caer en la vulgaridad, antes muerto que discreto); toreó cien corridas como se propuso desde el inicio de la temporada en una cruzada en pos del espíritu de Joselito el Gallo, en lo que suponía una evolución poco natural que él mismo explicaba de forma muy clarividente una mañana a la vera del Guadalquivir que baña su casa: Yo crecí con el sentimiento de Juan (Belmonte) como todos los de mi época, pero he ido derivando hacia José (Gallito), cosa que supone ir en sentido contrario. He hecho el camino al revés. ¡Yo al revés, todo al revés siempre! Lo lógico es comenzar como José y terminar como Juan, porque las condiciones físicas, la voluntad, la alegría, la bisoñez, está en José, y en Juan está ya el paso del tiempo, el pensamiento, la lentitud… Y fíjate, ahora, cuando no tengo fuerzas, quiero ir a por José”.

Y ¡vaya si lo consiguió! Lo logró toreando nada menos que las cien corridas que se propuso; acudiendo a muchas plazas en que las figuras de los últimos años no comparecían pero a las que él consideraba necesario ir para afianzar el toreo y llevarlo a todos los rincones a la vez que hacerlo accesible a todos los estamentos sociales, no hay que olvidar que aquel gran José no solo superó varios años las cien corridas en tiempos en que los medios de comunicación lo convertían en una heroicidad, sino que inventó las plazas monumentales para que con mayor aforo poder abaratar el precio de las entradas y hacerlas asumibles por el mayor porcentaje de población.

En lo artístico este Morante apostó por desempolvar suertes de la tauromaquia decimonónica y una gestualidad muy de José; decidió banderillear (y lo hizo muy bien, de manera muy clásica y sin apenas condición física) cuando consideraba que el toro le permitiría lucirse, que es otro registro de la torería clásica a diferencia de los matadores/banderilleros contemporáneos que lo hacen con todos los toros a riesgo de rebajar el lucimiento y caer en la rutina; se arriesgó ¡y tanto! sobre todo en la liturgia de la corrida y en la indumentaria para cuya aceptación contaba con la ventaja de ser quien es, que si lo hubiese lucido otro hubiese sido anatemizado por puristas y aperturistas sin distinción, pero llegó a un punto en el que a Morante bajo el paraguas de las ¡cosas de Morante! se le aceptaba todo: y hasta hizo frente a los anti y puristas bajando al ruedo dialéctico.

Este Morante apostó por desempolvar suertes de la tauromaquia decimonónica y una gestualidad muy de José

Pero por encima de todo, en lo que más se acercó a Gallito y en lo que añadió definitivamente un plus a su toreo hasta situarlo en un nivel superior al común de la torería, fue en la entrega, nunca jamás un torero de tanto arte (ni siquiera él hasta las últimas temporadas) se mostró tan valiente. Su faena al toro de García Jiménez en la sanmiguelada de Sevilla, su cumbre del año, pasará a la historia como una de las obras más apasionantes y más deslumbrantes que se recuerdan. Ahora descansa, asegura que no volverá a torear hasta el Domingo de Pascua en Sevilla y ya le echamos de menos. Unas Fallas y una Magdalena sin Morante no serán lo mismo este año.

FUROR ROCA REY

El otro nombre del año fue Roca Rey. No significa que no hubiese otros espadas de interés y categoría, pero al que señaló la afición fue a él, así que santa palabra. Situado en la acera artística de enfrente a Morante: joven, pletórico, arrebatador, ambicioso, el tipo que disfrutó derritiendo las distancias con el toro ¡por dónde le pasó! y los corazones. No se puede uno pasar el toro más cerca ni hay corazón que resista semejantes tragantones.

Roca Rey: joven, pletórico, arrebatador, ambicioso, el tipo que disfrutó derritiendo las distancias con el toro ¡por dónde le pasó! y los corazones

Es una personalidad definida y fácilmente identificable, escribí en algún momento. Un junco revestido de luces, se diría que imposible de quebrar. Aires dominguinescos en su estar en la plaza: cuando eleva la mirada a los tendidos, cuando sale de la cara del toro, cuando se cimbrea sobre sus piernas, cuando se revuelve los pelos… Roca Rey es el veinteañero que ha logrado retorcerle el brazo a la indiferencia social hasta lograr su atención. ¡Eh, oiga, sí, usted, esto vale la pena, no se lo pierda! urgía el personaje. Con él o por él la gente ha comenzado a volver a las plazas de toros. Interesa, eso se nota, el pueblo quiere verle, los directores piden reportajes y entrevistas, los taxistas saben quién es y todo se resume en un “Deme entradas para el día de Roca” … esa es la gran prueba del algodón. Lo comprobaremos en Fallas. Y claro que hay motivos para ello, nada es gratis y menos delante del toro. En su desprecio absoluto del riesgo, en su danzar con el toro, danza de pies firmes y absoluto ajuste, está el secreto y la tarifa que paga a diario.

Han sido la pareja del año, el primero porque le añadió pasión y entrega a su toreo sin perder su esencia; y el segundo porque limpió su toreo arrebatado sin escatimar emociones, su tarde en Bilbao pasará a los anales del toreo más volcánico.

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