En casa de los Algarra el invierno parece menos frío. La última temporada ha dejado un gran sabor de boca y la buena nota de las corridas lidiadas en Zaragoza, Valencia o Murcia, además del indulto del toro Ojerizo en Cabra, han devuelto la sonrisa a una divisa que poco a poco va sumando motivos para la felicidad. Sabedora de la difícil tarea que es estar al frente de una ganadería de bravo y de la travesía por el desierto por la que ha tenido que pasar la vacada sevillana, Aurora Algarra prefiere mantenerse con los pies en la tierra a pesar de los éxitos recientes. “Cuando se está arriba es un gustazo, pero cuando se está abajo se pasa fatal”, confiesa con sinceridad.
- “Yo con mi padre he vivido los altos y los bajos y a mí, en estos once años, también me ha tocado estar abajo, arriba, en medio y en todos lados. La experiencia me dice que aquí no puedes sacar mucho la cabeza”
- “Aquí dos y dos casi nunca son cuatro y por eso la ganadería es tan emocionante, porque todo es muy imprevisible. Hay muchos factores que influyen”
- “El toro tiene que tener fiereza y reunir, además de la clase, el ritmo y la transmisión como condiciones fundamentales, la movilidad y el picante. A mí me gusta que el toro embista despacito pero tiene que emocionar”
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Motivos para la felicidad
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