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Ni me fío ni va a ser fácil

El más Alto Tribunal nos ha dado la razón: La Fiesta de los toros no se puede prohibir. Y ya ven cómo piensan pasarse la resolución por la entrepierna. A ti y a mí nos multan por aparcar mal cinco minutos y a estos políticos se la suda hacerle una pedorreta al más Alto Tribunal.

La ley nos ampara. La política no. Entonces, ¿para qué sirve la ley? Porque tú o yo tenemos que cumplir una sentencia de cualquier tribunal; y no te digo nada si es uno de rango superior como el Constitucional. O vamos a chirona o nos brean con una multa sideral. ¿Por qué lo que vale para un ciudadano no vale para un político que tiene más responsabilidad, más influencia y puede dañar el derecho de millones de personas? ¿por qué a ese no le pasa nada? Ni a ese ni al profesor de la gorrilla horrible con la que quiere taparse sus vergüenzas o su falta de reaños. Porque su firma estaba en el tuit más canalla que puede escribir un ser humano a un ser que acaba de fallecer. Aquella burrada inhumana, canallesca sobre el cadáver de Víctor Barrio. Ahora lo niega.

No lo sé. Me da igual. El problema de gente como esta es su conciencia, en el caso de que la tengan. Pero nunca pasa nada ni a los políticos ni a los acosadores. Unos te quitan la libertad sin tener ni puta idea sólo por captar votos en este jardín de espinas humanas y flores animalistas en el desequilibrio de los afectos.

Leo en un portal taurino que Podemos y PSOE van a hacer un plan de fondo para acabar con los toros. ¿No hay nada más importante que arreglar para las personas tío? O es que ahí hay un estanque de peces, o sea votos, y hay que pescar a río revuelto lo que sea con tal de subir otra escalera en la empinada cuesta del poder. Mira: lo de Podemos allá ellos. Su papel es agitar y dar gusto a colectivos muy concretos. Pero el PSOE ha sido siempre un partido serio afín históricamente a esa fiesta del pueblo que se llama toros. ¿O es que Lorca era de la Falange? ¿O es que Alberti, Picasso y tantos no honraron el comunismo desde la sensatez? Qué mierda es esto de ahora que florecen sólo dictadores en lugar de políticos normales.

Pues a lo que iba al principio. El más Alto Tribunal nos ha dado la razón: la fiesta de los toros no se puede prohibir. Y ya ven cómo piensan pasarse la resolución del Constitucional por la entrepierna. A ti y a mí nos multan por aparcar mal cinco minutos y a estos políticos se la suda hacerle una pedorreta al más Alto Tribunal. Y así va esta vaina que dirían en América.

TENEMOS LA RAZÓN Y LO QUE DEBE SER POSIBLE PARECE UN MURO

Tenemos, legalmente, vía libre. Y hay que intentarlo. Tenemos la razón y la ley. Nos van a boicotear a la catalana por todos los lados. Pero tenemos la razón y la ley. ¿Valdrá para que los toros vuelvan a Cataluña? Lo que debería ser posible parece un muro. Y yo tengo varias preguntas: ¿Balañá quiere y está dispuesto a colaborar o le interesa más seguir con el candado echado y la propiedad en la buchaca? ¿Se van a gestionar las indemnizaciones a los locales y personas que perjudicó económicamente el cierre político? ¿Si se anuncia una o varias corridas las van a autorizar y entregar los papeles necesarios para que un toro pise el ruedo?

La sentencia es gloria bendita para la Fiesta. Pero hay una cosa peligrosa a más de la mala fe de los políticos catalanes que se ha extendido a otras comunidades. Y es que Cataluña no puede prohibir pero sí regular. Ojo a la palabra. Regular los permisos, regular la lidia, regular que la corrida sea sin picar, sin matar… Ahí está uno de los secretos que impiden echar las campanas al vuelo. Tenemos razón, tenemos la ley a favor, la sentencia es clarísima… cualquiera con esto tendría pasaporte a la tranquilidad. Pero ya te digo aquí que tú y yo tenemos que andar con ojo a la multa o a la trena, que taurinamente hablando sería el chiquero. Salgamos pronto de dudas: anuncien ya una corrida, un festival, lo que sea, a ver si nos dejan… y no seguiremos a ciegas, con todos los papales en regla y cuando los entreguemos lo más probable es que los usen en el WC por ser algo finos. Intentémoslo o les damos tiempo a afilar la guillotina de sus estupideces.

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