El falso animalismo y el falso humanismo no sólo se forra sino que para defender su enorme negocio es beligerante, activo, agresivo, capitalista y hasta puede llegar a asesino como han demostrado 110 premios Nobel. 110 hombres que no deben ser ni imbéciles, ni torpes, ni marionetas, ni servidores de ninguna multinacional del trinque; y que han pedido a gritos “párenlos, paren a esa gente que está envenenando a media humanidad”. Y esos mercaderes de la ideológica de la ética, esos predicadores del nuevo testamento que nos arrastran a la idea que más les conviene y les produce beneficios son los que alimentan a ese puñado de antitaurinos a las puertas de las plazas para que nos llamen asesinos, para que hagan ruido, para darles cuatro perras y justificar su movimiento internacional. Miren a los que están frente a las plazas ofendiendo a los que entran al espectáculo. Gente incluso de buena voluntad, alguno con un sentimiento hasta respetable; y luego los cuatro cabecillas que son los que se llevan algo. Tampoco mucho porque los que se forran no están allí aguantando la solana y forzando la garganta.
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