La revolera

No es lo mismo andar que torear

Paco Mora
lunes 08 de julio de 2013

Tiene razón José Antonio Martínez Uranga. Caminar desde Murcia a Madrid no es suficiente justificación para torear en Las Ventas...

Tiene razón José Antonio Martínez Uranga. Caminar desde Murcia a Madrid no es suficiente justificación para torear en Las Ventas. A Madrid hay que ir para conseguir el respaldo de la afición más dura del mundo con una profesión bien aprendida y un estado de ánimo proclive a jugar fuerte ante los toros para abrirse paso en todas las ferias de España y del universo taurino. Será duro reconocerlo para Juan Belda, pero con el paso de los días  seguro que lo comprenderá y él mismo dará gracias al sentido común de Martínez Uranga. Una corta carrera novilleril y dos corridas en Fortuna –su pueblo- en los últimos 24 meses, no son el bagaje más adecuado para confiar su futuro a 400 kilómetros de carretera recorridos a golpe de alpargata. Hace falta mucho más, y Belda lo sabe.

Duele en el alma no poder alentar su romántica aventura, pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.  La respuesta de José Antonio al esfuerzo viajero de Belda me ha recordado a aquel espontáneo de “Tarde de Toros”, la magnífica película de Ladislao Vajda, protagonizada por Domingo Ortega, Antonio Bienvenida y Enrique Vera. El jovencito asediaba al empresario madrileño para que lo pusiera en Las Ventas, animado porque el hombre cometió la imprudencia de soltarle tres oles toreando una vaca resabiada en la  capea de un pueblo de la sierra de Madrid. Bien lo pagó el hombre, porque se vio en el amargo trance de ver morir en la enfermería a aquel muchacho lleno de ilusiones. Las razones del empresario para no atender las peticiones del espontáneo eran las mismas o parecidas que las del empresario vasco. Y la realidad le dio la razón.

Paco Bautista, el torero de Linares “ciego ante la muerte”, fue andando desde su pueblo hasta Barcelona para intentar que Balañá lo colocara en La Monumental. Hace más de treinta años y Paco me llamaba por teléfono desde cada lugar en el que pernoctaba. Tampoco logró su deseo, y conste que tenía mucho más bagaje que Belda. Y hay que entenderlo; yo podría ir nadando –si pudiera- desde Barcelona a Nueva York y seguro que el “Times” no me incluiría en su plantilla solo por eso. Así son las cosas. Y lo peor es que así deben ser…

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