Expectación y decepción. Dos palabras que han conjugado el paso de Morante de la Puebla por Las Ventas. Sin llegar a colgar el “No hay billetes", el brujo de La Puebla ha abarrotado los tendidos venteños ante el regreso del torero de las cien tardes, en uno de los mejores años que se le recuerdan.
José Antonio se presentaba en la Feria de Otoño con el prólogo de San Isidro y su reciente paso por San Miguel. La expectación era máxima, respirándose el ambiente de las grandes tardes de toros. Sin embargo, cuando no puede ser, no lo es.
Morante regaló detalles de torería añeja, de otros tiempos, del siglo pasado. Se vistió de brujo en los pocos detalles que pudo dejar ante el escaso juego de sus oponentes. Para gustos los colores y de ahí la profunda división de opiniones y la fuerte pitada.
Quizás no fue la tarde de mayor inspiración del torero, pero Madrid, a pesar de todo, seguirá esperando la siguiente actuación del cigarrero.