En algún lugar debe de haber ese vertedero, ese basural, en donde estén las explicaciones. A tanta mugre. A tanto odio. A tanta injusticia. Desde hace días ando detenido, como sentado en un banco, mirando a ver si coincide lo que veo pasar, con lo que siento del ser humano. Y ningún plano visual se superpone. La mamá con el niño y el helado pudiera ser un agresora que me llamara asesino y el portero de esa finca donde anida un gorrión pudiera tener dentro su aspecto de padre lento y cotidiano, un incendiario de lo que siento. Es una esquizofrenia defensiva. No me importa si lo estoy diciendo mal. Porque, pensando en que debe de existir ese basurero en donde se almacena tanta maldad, no atino a expresarme.
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